REC 15

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-Tienes razón, le dijo de pronto, estaba más pendiente de lo que pensarían los demás de mí y en la cara que tendría que poner al día siguiente en el trabajo o con los amigos para atajar de raíz los comentarios chistosos y las burlas a mis espaldas. En esos momentos había dejado de amarte; los verdaderos y profundos sentimientos que tenia por ti se borraron de golpe. En mi corazón y mi cabeza no entraba la idea de perdonarte. Ni se me ocurrió la salida más lógica y fácil, que era, mirarte directamente a los ojos y abrazarte muy fuerte antes de preguntar ¿por qué? El mundo que conocía se derrumbó a mi alrededor, ya no quería verte nunca más, ni pensar, ni tomar una decisión por lo que, apreté los puños para no golpearte y me encerré en la habitación de invitados. Cuando vi que no volvías a casa al cabo de los días me enfurecí; ¿cómo era posible que se te hubiese ocurrido dejarme? Nunca me lo habían hecho antes, no estaba acostumbrado a eso ni a que pisoteasen mi orgullo pero, aun así, a regañadientes, me sentí aliviado hasta cierto punto porque, no tuve más remedio que reconocer que habíamos evitado a duras penas hacernos mucho daño y que la situación se había vuelto insostenible entre nosotros. Una noche, al estar solo en aquella cama, mi desmedido ego se arrugó como una pasa; volvieron de golpe todos mis sentimientos por ti igual que antes, o con mayor intensidad si cabe y, fue entonces cuando me di cuenta de que te había perdido, tal vez para siempre. A la mañana siguiente, entré en una inmobiliaria cualquiera y busqué un apartamento lo más alejado posible del nuestro. El fin de semana me había mudado.

Zhan se agitó levemente.

-YiBo basta, se acabó de hablar de "ese" pasado y si no nos encontramos durante estos dos años, fue, porque seguíamos sin cambiar, sin ganas de hablar de nuestros problemas, sin querer afrontarlos juntos. Tozudos, cabezotas, convencidos de que llevábamos la razón respecto a lo que pensábamos del otro y ninguno quiso dar su brazo a torcer para ser el primero en llamar. Ahora, como te dije antes, te aseguro que no me arrepiento de haber sido yo el que dio ese paso, aunque fuese borracho como una cuba, para aprovechar esta oportunidad, esta tregua que nos estamos dando. Hagamos el amor, ¿quieres?

-¡Claro que quiero! le dijo apretándolo contra su pecho. Y yo tampoco me arrepiento de haber aceptado en el último momento cuando me llamó Anne para decírmelo, a pesar de que me negaba a verte desde un principio.

No hizo falta preguntar lo que deseaba porque ya lo sabía. Le besaba y le acariciaba con tal suavidad y cuidado que Zhan no dejaba de estremecerse y suspirar bajo el contacto de sus grandes manos; se apretaba contra él, contra su cálido y hermoso cuerpo. Cerraba los ojos en cada beso para llenarse por completo de él, de sus ansiados labios que había echado tanto de menos. Cuanto más delicado intentaba ser YiBo, más atrevido y provocativo se volvía Zhan, agarrándose a él con brazos, piernas y caderas sin dejar ni el más leve espacio entre los dos.

De vez en cuando, YiBo se detenía en sus caricias y le miraba con nerviosismo y extrañeza, sin saber muy bien cómo continuar; no estaba habituado a ver a Zhan tan entregado, tan erótico. Le iba a dar un ataque si lo estropeaba de nuevo. En su mente, albergaba la brillante idea de ser el mejor amante del mundo para él, aunque le llevase horas lograrlo y, a pesar de que, inconscientemente, era su ego casi intacto el que le empujaba a pensar de ese modo, se dijo a sí mismo que era por una buena causa; quería que fuese inolvidable para Zhan y que no parase de desearle durante el resto su vida.

Se le quedó mirando con atención y se detuvo; Zhan también lo hizo mientras le sonreía. Entonces lo comprendió, supo cómo seguir; se olvidó de sí mismo para dedicarse a pensar en él, en lo mucho que lo amaba, en lo romántico y sensible que era en realidad pero no quería que se le notase porque, por alguna absurda razón, trataba de esconderlo, lo consideraba una debilidad. Ahora, ya no había motivos para ello y se dejó llevar. Le besaba y abrazaba suavemente, deleitándose con sus labios, sus ojos, su bonita cara; saboreaba su piel suave y la lamía con un deseo calmado y experto que acrecentaba también el de Zhan, su sensualidad y sus ganas de él, de que le poseyera.

Prácticamente, besó y acarició todo su cuerpo comenzando por la espalda. Donde antes mordía o succionaba, ahora deslizaba sus labios y dejaba besos ardientes, lametones con la punta de la lengua que hacían crisparse a su amante debajo de él. Sonrió al ver que se le ponía la piel de gallina mientras continuaba incansable en sus demostraciones de amor profundo e intenso. Estaba tan excitado y emocionado como él pero, quería darse tiempo, aprovechar al máximo cada minuto en su compañía. De vez en cuando, subía hasta su boca para besarlo con pasión y le susurraba al oído dulces palabras de amor que arrancaban a Zhan suspiros entrecortados porque las creía. Le dio la vuelta para jugar delicadamente con sus pezones hasta que se le erizaron y, cuando tomó su miembro completamente erecto entre sus manos para introducirlo en su boca, él gemía cada vez más rápido elevando las caderas. Cuando YiBo lo consideró oportuno, le dio un lago beso en la boca mientras preparaba su abertura dilatándola con los dedos. El mismo Zhan le pidió que lo poseyera cuanto antes y él obedeció; lo hizo de forma suave y lenta, tanto como pudo, dominando su ardiente deseo que le empujaba a presionar fuerte contra sus nalgas pero, dejó que fuese su amante el que marcase el ritmo mientras le sujetaba con firmeza las caderas atrayéndolo hacia sí. El movimiento aumentaba con los gemidos de uno y otro, se iban compenetrando en la excitación hasta que les llegó el orgasmo casi a la vez, fundiéndose después en un apretado abrazo mutuo seguido de otro beso. 

SOBREVIVIR A TODAS LAS MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora