-Lo siento, dijo YiBo apartando la mirada para beber de su copa.
-Y yo también lo siento y, si estás de acuerdo, prefiero que no lo volvamos a decir.
-Lo estoy y trataré de explicarte mi punto de vista. A veces, cuando te veía hacer las cosas, te pregunté en algún momento, sobre todo al principio de estar juntos, si te podía ayudar en algo y, tras unas cuantas negativas por tu parte, dejé de hacerlo. No estaba acostumbrado a ser amo de casa porque mi madre me tenía muy malcriado y no me lo permitió pero, a fuerza de verla, alguna idea tenía de algo y, aunque lo hubiese hecho mal, te hubiese echado una mano con gusto.
Zhan le sonrió dulcemente y pestañeó con suavidad, sujetando un cubo de hielo entre sus labios y chupándolo después. Tenía una actitud tan seductora que a YiBo se le estaba secando la garganta. Dio un trago largo y se acordó de algo más.
-Un día, llegue a casa y estabas pasando la aspiradora con unos pantalones negros muy ajustados y el torso desnudo, con los auriculares puestos y cantando. Tienes una voz preciosa, aterciopelada y, con todo ese ruido, no te diste cuenta del sonido de la puerta al cerrarse ni de mi presencia a la entrada del salón. Te estuve observando extasiado durante un rato; el sol del atardecer que entraba por la ventana te daba de lleno y, cuando te diste la vuelta y me sonreíste, no lo pude aguantar más y te hice el amor allí mismo, sobre la alfombra. Durante mucho tiempo no pude olvidarme de ese momento ni de esa visión.
Zhan se ruborizó levemente y rió bajito.
-Deja que invite yo a las copas y vámonos a probar esa esplendorosa cama, le susurró al oído mientras le daba un beso en la mejilla.
-De acuerdo pero, prométeme que seguiremos hablando más adelante.
-Te lo prometo, novio de fin de semana, bromeó haciéndole sonreír también a él.
Se besaron apasionadamente en el ascensor y, sin dejar de hacerlo, se quitaban la ropa el uno al otro para meterse en el baño y, mientras se llenaba la bañera, completamente desnudos, seguían besándose por todas partes, con calma, sin apresuramientos. YiBo se lo había aprendido y cada vez le gustaba más porque, estando entre sus brazos, Zhan no se iría a ninguna parte y era todo un placer saborearlo, lamerlo y succionar su piel y los pezones con delicadeza, mientras él se abandonaba relajando su cuerpo, con una mano sujetándole la nuca para que no se apartase ni un milímetro y continuara con las caricias y los besos. Era tan sensual, tan erótico, tan guapo y, ahora mismo, tan suyo que... los ojos le brillaban por las lágrimas a punto de salir. Quería seguir pidiéndole mil perdones pero, se habían prometido no hacerlo y, además, esas palabras no borrarían el pasado y, como le sucedió la última vez que estuvieron juntos en el otro hotel, vivirían su presente con total intensidad.
Metidos en el agua, uno abrió las piernas mientras el otro se metía entre ellas, pasando las suyas alrededor de las caderas y fuertemente abrazados, se besaban con una pasión creciente, mordisqueándose los labios, los lóbulos de las orejas, los hombros, presionando pezones y masajeando sus respectivos sexos. Una vez endurecidos, YiBo le pidió a Zhan que le poseyese de nuevo y éste abrió mucho los ojos sorprendido.
-Me gustó, chico sexy, no te lo voy a negar y, como no estoy muy seguro de haberlo experimentado plenamente porque estaba algo nervioso, quiero repetir.
-Vamos a la cama entonces, para que estés más consciente de todo, rió Zhan besando la punta de su nariz.
Se secaron mutuamente y, una vez acostados uno al lado del otro, Zhan se subió encima de él que ya empezó a jadear por la excitación. Le besó prácticamente todo el cuerpo: brazos, piernas, torso, labios, mientras le acariciaba con las puntas de los dedos. Este roce, que era tan sutil y sensual, le ponía los pelos de punta y la carne de gallina mientras gemía fuerte. Zhan sonreía seductor y trataba de callarle uniendo sus labios para darle besos apasionados entrechocando las lenguas y que se hacían cada vez más ávidos y urgentes. YiBo reaccionaba arqueando la espalda porque tenía ganas de gritar, por lo que Zhan, que se había traido lubricante y condones, por si acaso, se apresuró a verterlo entre sus dedos y en su abertura, masajeándola suavemente antes de introducir uno y hacerlo girar con cuidado para que se fuese acostumbrando pero, YiBo, se relajaba inmediatamente mientras le pedía más: más intenso, más profundo... y, cuando tocó su punto prostático del placer, tuvo que besarle apresuradamente para que no gritase. Estaba completamente arqueado, arrugando las sabanas con los dedos de manos y pies, parecía que se iba a correr ya por lo que, Zhan, tomó su polla y comenzó a introducirla poco a poco, sin preservativo ni nada, mientras YiBo lo sujetaba fuertemente por la nuca para pegarlo a su cuerpo y luego se aferraba a él con los dos brazos alrededor de su cuello gimiendo sin parar.
Cada vez que Zhan rozaba su próstata, YiBo le mordisqueaba los hombros o le besaba tan apasionado que se quedaban sin aire. Al verle tan excitado casi no podía aguantar y, apenas tocó levemente la polla de su amante para masturbarle y que se corriesen juntos, bastó una sola embestida más para que ambos se dejasen ir casi a la vez. Algunas gotas de semen llegaron hasta su boca y rostro, las recogió con los dedos y las lamió, pasándose después la lengua por los labios mientras le acariciaba con la mirada y se mordía el inferior.
Aun no había salido de él porque YiBo seguía abrazado a su cuello y, tras besarle largamente acariciándole suavemente la espalda al mismo tiempo, le soltó para dejarse caer de espaldas en la cama riendo y aun jadeando. Zhan se separó con delicadeza mientras su amante lo atrapaba de nuevo para apretarlo contra su pecho:
-Eres lo más sensual y seductor que he visto en mi vida; me vas a matar de amor.
Le dio las gracias por el cumplido mientras, en su interior, le daba las gracias también a su madre por sus sabios consejos.
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SOBREVIVIR A TODAS LAS MENTIRAS
RomanceUna noche, Wang YiBo recibe la llamada de una amiga para que se reuna con Xiao Zhan en un hotel. Hace tiempo que se separaron, ha bebido mucho pero, solo desea hablar con él por unas horas.