REC 23

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Lo que más le llamó la atención quedaba un poco lejos y no quería perder el tiempo entre aeropuertos o estaciones de tren, por lo que pensó en algunos lugares de la ciudad en los que no había estado o, si lo hizo siendo un niño y lo llevaron sus padres, no los recordaba apenas. Sería un buen momento para visitarlos con Zhan y había mucho donde elegir, como por ejemplo, el Palacio de Verano de la Dinastía Quing; su jardín, con el relajante lago Kunmig, la Torre de la Fragancia de Buda, el Jardín de la Virtud y de la Armonía, la Calle Suzhou, el Jardín del Gusto Armonioso y la Gran Galería: un corredor de 728 metros con vigas de madera decoradas con más de 14 000 pinturas. También estaba el templo del Cielo o Tian Tan, que es el más famoso de Pekín y uno de los mayores recintos sagrados de China; una obra maestra de la arquitectura Ming. Después, buscó el hotel que le pareció más romántico, el Aman Summer Palace, de estilo clásico, cerca de todos estos lugares y reservó una habitación doble para dos noches y dos días completos, hasta las 12 pm, del domingo pero, esta vez, esperando que continuase la magia a la mañana siguiente y, por casualidad, dio con algo que le mostraría a su chico y esperaba que fuese de su agrado.

Sonrió de pronto; tal vez estaba exagerando con los planes porque era mucho recorrido pero, no le importó, ya verían hasta donde llegaban. El caso era estar juntos y hacerle feliz y le parecían una eternidad los días que quedaban por delante.

Un poco más tarde, llamó Zhan y estuvieron charlando como dos tontos enamorados, diciéndose cosas bonitas y muchas palabras de amor. Le preguntó si ya había elegido un sitio para el fin de semana y decidió guardarlo en secreto; quería sorprenderle. Y así estuvieron entre risitas y ñoñerías hasta que se decidieron a colgar, quedándose dormidos casi al instante, con sus corazones latiendo fuertemente entre suspiros.

Sumergirse en el trabajo les hizo más corta la espera y preparar lo que querían ponerse para estar divinos, fue una elección concienzuda entre pruebas y más pruebas frente a sus respectivos espejos. YiBo recogió en la moto a Zhan en su estudio y dejaron a FenXin con su hermana, mientras ella les despedía entre palmaditas, risas y sus mejores deseos para que se lo pasasen bien.

Zhan quedó encantado con el hotel y el programa de su amado porque, al igual que él, hacía muchos años que no visitaba los palacios de los emperadores, desde la secundaria y, tras instalarse en la esplendida habitación, fueron a cenar al restaurante, que tenía una iluminación tenue y las mesas decoradas con velas y flores. De vez en cuando se miraban a los ojos, ruborizándose, sin saber de qué hablar en esos momentos y él dio el primer paso:

-Parecemos dos novios recientes en sus primeras citas.

YiBo rió.

-Estaba pensando lo mismo.

-Me encanta el hotel y quería agradecerte que lo hayas elegido.

-Quiero que seas feliz y como sé que te gusta la arquitectura clásica...

Zhan bajó la cabeza y después le volvió a mirar a los ojos.

-¿De verdad quieres que volvamos a estar juntos?, ¿que lo intentemos de nuevo?

-Sí, te echo mucho de menos desde que nos volvimos a encontrar. Te extraño, te deseo. Quiero tenerte entre mis brazos cada noche, que me recibas al llegar a casa, ver tu cara al despertar. Todo Zhan, lo quiero todo de ti otra vez.

-Pero ya lo tuviste y, por lo visto, no fue suficiente, no cumplí con tus expectativas.

-Lo sé, y sí que cumpliste con mis expectativas, no tengo ninguna queja de eso te lo aseguro; es más, hasta te diría que las superaste pero ¿y yo?, ¿fui como esperabas?

Habían acabado de cenar y, cuando se levantaron de la mesa para que los camareros recogiesen los servicios porque casi se habían quedado los últimos, uno de ellos se acercó para decirles amablemente que se dieran una vuelta por el recinto del hotel, había bonitos rincones en los jardines y salones donde podían tomar una copa y conversar hasta la madrugada. Le dieron las gracias y siguieron su consejo saliendo a pasear.

Aquello era realmente precioso: salas suntuosas, estanques, una piscina de ensueño, todo iluminado estratégicamente para causar el efecto deseado y resaltar los detalles más importantes en los objetos, techos y paredes.

-Te vas a arruinar si sigues consintiéndome tanto, rió Zhan. La próxima vez elijo yo la estancia.

-¿Ya estás pensando en una nueva cita sin haber empezado a disfrutar de esta? Me encanta la idea.

-¡Sí!, soy así de metódico y racional, ¿no te habías dado cuenta?

-Tal vez pero, estoy esperando a que me contestes, le dijo sujetando su barbilla y dándole un beso suave en los labios.

Se habían sentado en los cómodos sofás de uno de los salones donde se servían copas y enseguida les atendió un camarero joven, muy atractivo y ambos se le quedaron mirando; cuando se fue para traerles sus bebidas, se miraron entre si y dejaron escapar unas risas.

-Guapísimo, dijo Zhan.

-Lo es, pero resulta que tú me gustas muchísimo más, créeme.

Cuando el chico dejó los vasos sobre la mesita ya no le miraron, sino que lo hicieron entre ellos, intensamente. Zhan se arrellanó en aquel mullido asiento tras dar un trago y, sin apartar los ojos de su rostro le contestó.

-Sí, fuiste tal y como yo esperaba...

-¿Y?

-No me importaba, me gustabas de todos modos, te amaba y, sin tener ninguna experiencia en convivir con alguien, asumí el papel de "esposa" para complacerte, aunque me repatease, aunque no lo quisiera pero, lo acepté bajo mi propia responsabilidad, tú no me lo pediste; ahora me doy perfecta cuenta de ello.

-Pero hay algo más.

-Sí, porque, conforme iba pasando el tiempo, empecé a construir una especie de situación idílica en la que tú me pedías participar, ayudarme con la casa y con todo; ser mi amigo, mi confidente, mi novio y mi amante. Y no llegó, no pasó; fue más bien al contrario: las tareas domésticas, la cocina, atenderte a ti y a tus invitados imprevistos o anunciados se convirtió en mi obligación, dejando de lado lo otro, lo más importante y fue un suplicio, una carga que se hacía cada vez más y más pesada, hasta que no pude con ello, me superó, como ya lo hablamos.

SOBREVIVIR A TODAS LAS MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora