REC 16

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Se tumbaron uno junto al otro en la cama y entrelazaron los dedos de la mano mientras se miraban a los ojos, sintiendo muchas cosas a la vez sin decir nada. Este entendimiento que experimentaban ahora les llenaba y les entristecía al mismo tiempo porque se lo habían perdido durante mucho tiempo pero, YiBo, no le volvió a pedir perdón mientras Zhan le sonreía agradecido.

-¿Qué te ha parecido?, le preguntó.

-No te lo voy a decir, le contestó YiBo abrazándolo fuerte contra su pecho, pero, puede que dentro de 15 o 20 minutos quiera volver a repetirlo; seguro que lo haré mejor.

Zhan soltó una carcajada mientras trepaba hasta su boca para darle muchos besitos, como un gato mimoso, tumbándose completamente sobre él y jugueteando con su pelo.

-Tengamos una cita ahora, ¿quieres?, los dos solos, como si nos acabásemos de conocer.

Al estar en su zona, YiBo sabía que, todos los domingos, hacían un mercadillo en una larga avenida que bordeaba un parque cercano y le propuso que fuesen a dar una vuelta por ahí. Eran las 12,30 del mediodía y podrían aprovechar para tomar algo en los puestos de comida. Tras una ducha rápida salieron del hotel, avisando que volverían después.

No tardaron mucho en llegar y aquello estaba atestado de gente pero a Zhan no le importó y apremiaba a YiBo para que se diera prisa en ir a meterse bajo los toldos. Era 16 de julio, pleno verano y hacía mucho calor esa mañana. Estaba entusiasmado parándose en casi todos lados y curioseando lo que estaba a la venta. Se detuvo en un puesto donde vendían sombreros y compró dos blancos de verano con una cinta negra de estilo "fedora" que se pusieron enseguida; continuaron andando hasta otro de camisetas con letreros y bonitos dibujos estampados que podían personalizar, se los imprimían al momento en una plancha. Se divirtieron eligiendo lo que querían: frases graciosas y muñecos cómicos en posturas y gestos divertidos. Un poco más lejos encontraron los de comida y fueron a probar las especialidades de la casa que degustaron complacidos, repitiendo platillos sabrosos. El postre lo eligieron de una camioneta de helados y se sentaron en un banco del parque para comerlos tranquilamente.

Tras descansar un rato bajo la fresca sombra de los árboles, volvieron al mercadillo donde YiBo le pidió a Zhan que le esperase un momento, dejándolo en una esquina donde corría una suave brisa. Al poco tiempo, lo vio venir con una esplendorosa sonrisa y las manos a la espalda. Sacó una de ellas y le entregó dos pequeños peluches, una foca y un pingüino que le hicieron reír mientras le explicaba que no había encontrado ballenas ni delfines. Después, extendió la otra en la que llevaba un bonito cesto de mimbre, atado con un enorme lazo demasiado llamativo y de color rosa chicle que aun hizo reír más a Zhan. Le apremió para que se diera prisa en abrirlo y, al hacerlo, lanzó una emocionada exclamación de sorpresa al encontrarse dentro a un precioso gatito de apenas unos meses, blanco con manchas grises, que enseguida tomó entre sus manos para llenarlo de besos y caricias. Luego, miró a YiBo con los ojos brillantes y le dio las gracias apretando cariñosamente su mano.

-¿Y qué pasará cuando tenga que estar fuera durante varios días haciendo algún trabajo o revisando obras?, ¿quién lo cuidará?, le preguntó preocupado.

-Yo mismo; puedes dejarlo en mi casa todo el tiempo que necesites, le respondió YiBo rotundo.

Zhan no daba crédito, no sabía qué pensar porque no se había planteado nada de su relación después de ese día que estaban pasando juntos. Ahora, le parecía que todo iba demasiado deprisa en alguna dirección que no podía entender y lo estaba provocando YiBo. Tenían que hablar, por lo que le pidió que se sentaran sobre la hierba mientras dejaba que el gatito jugase con los peluches.

-¿Qué pretendes, YiBo?

-No lo sé, supongo que, inconscientemente, estoy intentando recuperarte de algún modo. ¿Y tú?, ¿qué piensas de todo esto de hoy?

-Tampoco estoy muy seguro pero, lo que tengo claro es que no quiero volver a empezar a convivir contigo de nuevo mañana mismo o dentro de unas horas. Me asusta la idea solo de pensarlo.

-Pues a mí me aterra la idea de no volver a verte hasta dentro de otros dos años, o cuando cojas una borrachera como la de ayer, que también podría ser dentro de cuatro, o de seis.

-Si lo piensas, nunca nos perdimos porque no hemos dejado de amarnos pero, nos lanzamos a vivir juntos sin conocernos apenas, sin hablarnos sinceramente. No hemos cambiado tanto, ¿no crees? Yo sigo huyendo de la gente, menos que antes, eso tengo que reconocerlo porque, actualmente, mi trabajo me obliga a tratar cada vez con más personas o empresas, a viajar y no me quedó más remedio que acostumbrarme al trato habitual con desconocidos.

-Y yo, como te dije antes, cada vez tengo menos ganas de fiestas, reuniones, invitados imprevistos y amantes. Me ascendieron en el trabajo y también me toca viajar para estar en otras sucursales, sobre todo las que no funcionan demasiado bien o están teniendo algún problema con el personal o la contabilidad. En ocasiones, paso algún tiempo en otras ciudades hasta completar la revisión de producción y los balances.

-¡Pobre gatito!, sonrió Zhan un tanto inquieto, tendremos que buscarle alguna niñera fija, que no se ausente de casa tanto como nosotros. Hablando en serio, temo que, si volvemos a entrar en la rutina de la convivencia, acabes aburriéndote de mí y vuelvas a tus amantes.

-Eso no es del todo cierto. No te negaré que me gusta mucho estar con gente, socializar, en eso discrepamos tú y yo pero, no creo que sea algo que no podamos superar. Me molestaba más el que me vieras tan perfecto, tan guapo, que me apoyases incondicionalmente en todo sin expresar tu opinión, sin sopesar los pros y los contras de mis decisiones...

-No hablábamos de nada importante, le interrumpió Zhan, ni de nosotros, de lo que sentíamos o lo que queríamos verdaderamente.

-Así es, y te diré algo: yo estaba terriblemente celoso de todo aquel que se acercaba a ti, ya fuese hombre o mujer, ¡celosísimo! Qué contradictorio, ¿no? Tu solo tenías ojos para mí y yo celoso de todo el mundo. Por eso, tal vez disfruté mostrándote mi lado más oscuro, para que estuvieses siempre pendiente de mí.

Ambos rieron a la vez y miraron al gatito que se estaba quedando dormido entre las piernas de ambos.


SOBREVIVIR A TODAS LAS MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora