𝕮𝖆𝖕 3. |𝕮𝖚𝖊𝖗𝖛𝖔𝖘

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La cama no la use, era demacrado blanda y sentía que me indiria y me asfixiaria hasta la muerte.
Con el señor Philwar solía dormir en dos lugares específicos, en el closet o debajo de su cama. No tenía habitación propia.
Estar debajo de la cama me hacía sentir segura, ahí nadie me tocaría.

Estar debajo de la cama me hacía sentir segura, ahí nadie me tocaría

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—¿Dónde esta?—escucho la voz de un hombre. Según el sonido, llevaba un bastón. Estaba con otra persona, según las pisadas.

—La deje aquí—dijo una chica. —Hasta le pague al recepcionista como dijo dijiste para que no dijera que la Serafini estaba aquí. Pero con su cambio de apariencia, no hacía mucha falta— era Inej. La noche anterior le había dicho su nombre.

Hwaxin salió debajo de la cama viendo a Inej desde el suelo.

—¿Hwaxin?—pregunto al verla con medio torco debajo de la cama. —¿Que haces debajo de la cama?—

—Sobrevivir— respondió.

Salió y vio al trío. Todavía tenía abrazada la bolsa con su costilla.

—Vamonos— dijo el del bastón.

—Kaz y... —

—Jesper— dijo Jesper antes de que acabará. —Un gusto—

Caminaron hasta el club cuervo. Hwaxin estaba muy sucia así que iban a prepararle un baño.
Kaz estaba ahí al igual que Inej. La dejaron sola después. Ella los veía con insistencia.

—¿Puedo bañarme sola?— pregunto.

—Tienes manos, usalas— respondió Kaz para después irse. Ambos la dejaron sola en el baño.

No preguntaba por no poder hacerlo sola, con sus antiguos dueños no la dejaban sola ni por un segundo. Ni siquiera a la hora del baño.

Se quito la ropa y entró al baño. Al ponerse el agua en el cabello, se noto la tinta negra. Su cabello estaba volviendo al color natural.
Según las chicas del burdel, la pintura tenía que quedar una semana, tal vez el cabello Serafini no era muy amable con las cosas que le ponía.

Después de darse la ducha, de quitar e la sangre seca de sus dedos y el maquillaje de su cara y cabello, volvía a ser la misma Hwaxin de siempre.

Iba a ponerse la misma ropa del día anterior pero le habían dejado un vestido negro; tenía mangas, cuello largo y estaba debajo de la rodilla, modesto. Se puso el vestido, se puso unos zapatos de punta grises y salió del baño.

No se encontró directamente con Kaz o Inej para agradecer el vestido, en realidad el que la recibió fue Jasper.

—¿Que tal el baño?— pregunto Jasper caminando al lado del ella.

—¿Higiénico?—respondió. —¿Dónde está el señor Kaz? Quiero agradecerle dejarme tomar el baño aquí—

—Debe de estar en su oficina— dijo asintiendo.

—¿Dónde está su oficina?—pregunto.

—Te guio— le dice Jesper.

Jasper la condujo justo en la puerta de la oficina de Kaz. El se fue casi en seguida.
Hwaxin repitió las palabras que le diría a Kaz, recordaba detenidamente lo que había dicho el día anterior; ella era el pago de la deuda del señor Philwar. Apretó con fuerza su costilla, sabía lo que tenía que hacer.

Tocó la puerta y un "pase" le dio la señal para entrar. Estaba ahí, revolviendo papeles, no parecía hacer nada importante, parecía más bien parecía que trataba de no ponerle atención a Hwaxin.

—Señorita Brigga— dijo el. —No la esperaba— agregó mientras Hwaxin caminaba hacia el. —Le quedó el vestido—

—Gracias, por dejarme dar un baño aquí y por el vestido— agradeció Hwaxin, el asintió. —Pero no sólo vine para eso. Quería... saldar la deuda del señor Philwar—eso fue lo que hizo a Kaz sacar su mirada de los papeles.

—¿Con que piensas pagar?—dijo el.

Era claro, Hwaxin nunca tuvo necesidad de trabajar, siempre fue la fuente de dinero de otras personas. Apretó fuerte su costilla y con su mano la dejó en el escritorio. Kaz tomó la bolsa pero no la abrio de inmediato.

—Con eso debe ser suficiente—dijo Hwaxin. Kaz abrió la bolsa y observó el contenido.

—¿Que es esto?— le preguntó.

—Mi costilla... El señor Philwar me la quito pero, nunca la vendió—respondió. Kaz dejó la costilla en la bolsa y la dejó en el escritorio.
Se levantó lento para ver a Hwaxin.

—Lo lamento, No soy del tipo que vende partes mutiladas de mujeres—respondió.

—Pero-... —

—Y en cuanto la deuda, mentí... Philwar era un cretino, pero siempre pagaba en tiempo y forma—confezo.

—¿Entonces porque me ayudó?—pregunto. Kaz cambio su expresión, estaba confundido.

—No se de que hablas—

—Si Philwar no le debía nada ¿porque ayudarme si no le traería ningún beneficio?—dijo Hwaxin.

—No me conoces— respondió el. Ella dio un paso adelante.

—Nadie ayuda a una Serafini sin esperar nada a cambio— dijo. Esto hizo que Kaz volviera a su asiento. La invitó a sentarse, ella obedeció.

—Yo no rescato gente— le dijo.

—Yo creo que mientes—dice Hwaxin.

—¿Que te hace pensar eso?—

—¿Que más pudo haber sido ayudarme?—le dijo. Acercó más la bolsa a Kaz, pero este la toma del brazo.

—Escuchame. No necesito que me pages nada— le dijo. —Y tampoco deberías de darle esto a cualquiera... quiero que te metas esto a la cabeza y no quiero que lo olvides; tu cuerpo no es mercancía que pueda venderse—

—Soy Serafini... nunca nadie va a quererme libre si pueden conseguí un par de monedas de mi— le respondió Hwaxin viéndolo. Su rostro se iluminó.

—Entonces impidelo—Kaz soltó su brazo y Hwaxin abrazo su costilla. —Hace años escuche una historia Serafini, donde se levantaban y luchaban por su libertad, al no concederles esa libertad prefirieron morir calcinados antes de que siguieran sacando provecho de sus cuerpos—le dijo.

Una vista rápida en la mente de Hwaxin se mostró borrosa, su madre pidiéndole que huyera mientras los Serafini se prendían fuego.

—"Aunque mi cuerpo se combierta en polvo nunca he de morir, porque mi vida estará con el" — cito Hwaxin. Las últimas palabras de los Serafini antes de cometer suicidio.

Los Serafini tenían una extraña cultura, pero con sólo un vistazo supo que Hwaxin había comprendido lo que le estaba diciendo.

—Señorita Brigga, ¿Que hará ahora?—pregunto.

𝐒𝐄𝐑𝐀𝐅𝐈𝐍𝐈 | Kaz Brekker¹ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora