Una canción de amor inacabada ✔

8. Sonrisa amarga, final dulce

Sonrisa amarga, final dulce

La gente se ha abarrotado en el coliseo, al parecer la entrada gratuita ha sido lo que más le gusta a la gente. En realidad, ¿a quién no le gusta las cosas gratis? Sobre todo si es música. Algunos hasta están parados.

Estoy detrás de la cortina que será retirada en minutos para el comienzo del espectáculo.

Manuel y otros directivos están sentados a un lado arreglando los papeles en su sitio para juzgar a las bandas. Volteo para buscar a los chicos y me detengo viendo a Margarita abrazando a Ricky. Camino hasta ellos y me aclaro la garganta.

—¿Desde cuándo salen? —pregunto con voz gruesa haciendo que ellos se separen. Finjo una sonrisa de amistad.

—Desde ahora —responde Ricky con una sonrisa.

Mi sonrisa decae.

—Genial. Hay que alistarnos. —Me alejo sujetando con ímpetu la correa de la guitarra. Volteo para ver que Ricky la abraza antes de seguirme.

—No creí que ella te gustara —le digo a mi amigo que mueve su melena hacia los lados.

—Es linda, ¿no?

Evito responder eso cuando veo a Pancho acercarse llevando sus baquetas de la suerte.

—Hay mucha gente, demasiado. Nunca había visto tanta gente junta. Hay más que cuando fue la protesta. ¿Es normal que esté sudando? —articula todo casi sin respirar. Su camiseta oscura no oculta que sus axilas comienzan a sudar.

—No. Debes controlarte o te dará un paro en medio de la tocada y harás que perdamos la mejor posibilidad que nos haya pasado. —Ricky coloca la mano en su hombro intentando calmarlo, pero provoca el lado opuesto.

—Ricky, no abras la boca. No estás ayudando en nada. —Niego hacia él. Pancho parece que va a transpirar con descontrol. O llorará.

—Pancho solo enfócate en la batería cuando subamos. Vas a estar bien.

Respira con lentitud, tomando intervalos de aire y su respiración se estabiliza. Un tipo con un tablero con hojas se acerca a nosotros.

—Es su turno.

Pancho comienza a transpirar de nuevo. Lo empujo hacia el escenario escuchando a la gente aplaudir y gritar apoyando a la banda que está bajando las escaleras.

Las manos de los productores escriben en las hojas cuando nos alistamos. Uno de ellos nos queda viendo desde los zapatos hasta la punta del cabello y me entra la duda de si estamos vestidos de acuerdo a lo que ellos quieren.

Le doy la espalda sintiendo un poco de presión en el pecho. Margarita está en una esquina y alza los pulgares como muestra de apoyo. Pancho y Ricky le responden, pero volteo sin responderle. Me alisto en frente del micrófono y algunos gritos femeninos se hacen eco. Sonrío de lado.

—Hola, somos Los Jinetes y vamos a tocar Destrozándome.

Pancho comienza el conteo con las baquetas y las cuerdas del bajo de Ricky suenan. Toco la guitarra en sincronía y me aproximo al micrófono.

No necesitaba una aclaración de tus intenciones

porque eran tan oscuras como las mías,

lo querías tanto como yo

que lastima que me mentías con tus ojos.