3. Un alma generosa llamada como una flor

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Capítulo 3.
Un alma generosa llamada como una flor

Llego a la universidad aún con la sensación del gas lacrimógeno en mi lengua, apenas pudimos escapar antes de que todo se saliera de control demasiado deprisa.

Clau me ayudó con las manos rasposas que me hice cuando caí haciendo que algunos pisaran mis manos. 

Los dedos ahora están con cintas blancas para que las heridas no se infecten. Camino junto al lugar donde pegan la información matutina y me detengo abruptamente al ver una noticia. Retiro el papel pegado y lo leo con detenimiento. 

La verdad acerca de los monstruos

Había una vez, un grupo de estudiantes que se reunieron para celebrar la fuerza y la unión contra una entidad maligna que atenta contra la estabilidad del pequeño pueblo donde vivían. 

La danza y el canto era la energía que ellos tenían para poder luchar. Tres jinetes bajaron con su melodía para alentarnos a dar batalla contra los monstruos que empezaban a acercarse. 

Él dijo:  “Somos los jinetes del apocalipsis
los que venceremos, los que crearemos la justicia
tenemos potestad sobre los que nos hacen daño
nadie saldrá libre de este grito silencioso.” 

Y luchamos contra el veneno que lanzaron en forma de humo, y peleamos contra las ramas de madera gruesa que nos hacían sangrar. 

Y perdimos. 

Pero, este no era nuestro fin, este se volvería el comienzo. Porque cuando los monstruos corruptos existan, el rock no morirá y si el rock no muere es porque busca pelear contra los monstruos.

La verdad acerca de los monstruos, es que ahora, ya no dan miedo. 

Todo, gracias a Los Jinetes. 

Por: La voz del pueblo – 23 de octubre

En la parte baja del escrito había una fotografía de nosotros a blanco y negro. Pero, el color lo podías ver con claridad. 

Sonrío cuando camino hacia las clases, las paredes están empapelados con la misma hoja que he guardado en la mochila.

La que ahora parece gritar de alegría por las palabras que escribí con enojo al recordar las lágrimas de mi hermana. 

Algunos compañeros me palmean y felicitan por la canción. Y escucho varios:

—Espero volverlos a ver en vivo.

—Son increíbles. 

No puedo negar que la arrogancia subió a nuevos niveles por esta propaganda gratis. 

Saliendo de clases fui al cuarto —que más era un armario de escobas— donde se reunía el grupo del periódico para preguntar acerca de la persona que había escrito esto. 

—No está, si quieres deja un mensaje —me responde el chico que no deja de teclear en la máquina. Muevo la cabeza y cómo él no me ve, le digo:

—Volveré. 

Me despide ondeando la mano sin verme. Camino hacia la parada de bus encendiendo un cigarrillo, sintiendo una mirada en mí, volteo a ver a una morena que me sonríe y le devuelvo la sonrisa.

Mis ojos viajan por la camiseta que se ajusta en su pecho y la falda que deja a la vista unas piernas bronceadas y que parecen ser tersas. Las piernas se mueven hasta que se quedan cerca y elevo la cabeza, hasta ver los ojos cafés que brillan. 

Una canción de amor inacabada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora