5. Pensando en un cuadro de pintura

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Capítulo 5.

Pensando en un cuadro de pintura

Muevo la guitarra de un lado a otro esperando que Clau salga del odontólogo. No creí que necesitaría tanto tiempo para revisar que sus dientes estuvieran bien.

Veo las revistas que están esparcidas en la mesa pero ninguna llama mi atención hasta que veo el nombre de alguien —alguien demasiado importante— en la portada.

Abro en la página que indica la primera plana y leo con atención, haciendo que mi corazón bombee, por la sensación. Arranco la hoja sin hacer ruido, viendo de reojo a la recepcionista que parece más inmersa en una conversación por teléfono que en los pacientes.

Me pongo de pie con el peso de la guitarra en mi espalda cuando la puerta se abre y Clau sale despidiéndose del doctor. Salta hasta quedar a mi lado y sonríe.

—¿Qué te parecen mis dientes?

—Normales. Vámonos. —Empujo su espalda para que camine más deprisa de lo que está acostumbrada. Frunce el ceño viéndome sobre el hombro.

—¿A ti qué te pasa?

Cierro la puerta tras de mí y saco la hoja del bolsillo del pantalón, mostrando lo que tanto me tiene ansioso.

Ella lo sujeta y lee en voz alta, sin hacer gestos de felicidad como lo hice yo. Bosteza entregándome la hoja.

—Tengo hambre.

Guardo la hoja, doblando en cuatro partes.

—Por esto es, por lo que no te cuento nada.

—¿Quién es ese? Al que nombran tanto en la entrevista —pregunta con voz cansada siguiéndome la corriente.

Sonrío al escuchar que se interesa.

—Él es el productor musical del momento —hago énfasis en mis palabras—. Él es lo que puedes llamar la oportunidad de oro.

—¿Y qué se supone que quiere hacer?

Rasco mi quijada sin saber explicarlo con palabras simples.

—Quiere hacer un concurso para saber qué banda firma con él —respondo de la manera más sencilla que encuentro.

Abre la boca formando una perfecta O. Chilla saltando de emoción provocando que los transeúntes se detengan para verla en todo su esplendor. Halo su brazo para que intente dejar de hacer ruido.

—Basta —siseo.

—¡Eso sería tan maravilloso! ¡Podrías ser famoso!

—Si, si. Pero haz silencio.

Cubro mi rostro con la mano y me alejo de ella hasta que llego a la esquina de la cuadra. Su cabello oscuro aparece en mi campo de visión y la sonrisa brillante sale a relucir.

—Oye, te dejo los dientes blancos —digo.

—Gracias por notarlo. —Pisa mi pie pero apenas lo siento.

Muevo su cabello con mi mano haciendo un revoltijo provocando que se enoje. La dejo cuando veo a los chicos sentados fuera del edificio hablando entre ellos.

—Hola queridas inmundas personas que aprecio —saludo con ímpetu media cuadra antes de llegar a ellos.

Ricky me saluda moviendo la mano de un lado a otro mientras que Pancho enarca una ceja confundido.

Una canción de amor inacabada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora