Capítulo 27

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"Traición" 

Dejé las hojas de física descansar frente a mis ojos, justo sobre las cómodas y tibias sábanas de mi cama. Suspiré, luego de horas estudiando había conseguido retener toda la información en alguna parte de mi cansada mente. Cerré los ojos relajando mi cuerpo entero, lo necesitaba, de verdad. Luego me levanté de un salto, era las nueve de la noche y yo aún seguía sin lograr comer algo. No tenía hambre, y todo lo que ahora pasaba me mantenía sin el apetito.

Bajé las escaleras, fijando mi vista en mis pies y mis torpes pasos. Recordé que Louis me había prometido estudiar juntos para aquel examen. Él era muy bueno en física, y no podía perder esta gran oportunidad, él era mi única salida, si no debería ir a la escuela de verano. Recordaba aún sus palabras insistentes, queriéndome enseñar las fórmulas en la cafetería mientras yo sentía mi cabeza explotar.

-Mamá, mañana iré a casa de Louis, debo estudiar para física.- Hablé en un tono de voz alto, esperando a que la fémina escuchara mi informativa y la recibiera sin ningún problema.

-Oh, Louis. Aún no conozco aquel chico, Zoey.- Escuché la voz de mi madre hablarme desde la cocina, de seguro preparando la cena para mí, ya que James había vuelto a por sus últimos exámenes en la universidad.- Debes presentármelo.- Concluyó luego al verme aparecer en la cocina y mirarla con una extraña sonrisa en mis labios. Una de sus cejas se alzó, para luego sonreír junto a mí. Luego de varios segundos añadió:

-¿Qué?

-Nada, solo... todo ha vuelto a ser como antes, mamá.- Logré susurrar, sintiendo mi corazón latir con fuerza y felicidad. Hacía tanto que yo y mi madre no congeniábamos ni por cinco segundos. Y solo había que agradecerle a una sola persona, a un solo ángel. Harry.

-Claro que sí, cielo.- Sonrió, para luego tornar su rostro serio y preocupado, posando sus pupilas sobre mí, dejándome ver el arrepentimiento en cada una de sus miradas fijas contra las mías.-Perdóname, hija, de verdad que lo siento. Sabes que te amo, sabes que lo hago.- Sus manos soltaron el recipiente de espaguetis y se acercó a mí colocando sus brazos alrededor de mi espalda y acercándome a su dolida anatomía pequeña. Sentí sus manos acariciar la totalidad de mi cuerpo en un gesto maternal y dulce, demostrándome que ella jamás quiso maltratarme, que algo sobre ella tenía más poder. El dolor estaba consumiéndola, lo peor era que yo no podía ayudarla.

-Sabes que no pasa nada, mamá. Todo está bien ahora.- Susurré sobre su oído, calmándola con la mejor de mis voces dulces y tranquilas, debía mantenerme tranquila por ella, por esta pequeña y algo destruida familia.

Su cuerpo se alejó del mío con lentitud y pesadez. Sonreí, aunque por dentro una batalla estuviera culminando con mis pocas fuerzas por seguir. Parpadeé repetidas veces, solo para poder distinguir la pequeña figura de mi triste madre mirándome fijamente, analizando cada uno de mis frágiles movimientos.

-La cena está lista, Zoey.- Habló ella, haciéndose a un costado y dejándome ver la mesa preparada para solo dos personas. Hice una mueca, el apetito no estaba en mis planes ahora mismo.- Debes comer algo, hace días que has dejado de comer como normalmente lo hacías

-Es que... no tengo hambre, eso es todo, mamá.- Susurré, deseando poder acostarme y dormir, olvidar el pasado, dejar por unas horas el presente y jamás esperar el futuro. No me sentía preparada para recibir lo que pronto vendría, mucho menos los problemas que me esperaban antes de la llegada y el festejo de una buena y merecida victoria.- Iré a dormir, me la he pasado horas estudiando. Comenzará a dolerme la cabeza en cualquier segundo.- Me acerqué a ella y dejé un beso en su mejilla, le sonreí débilmente por última vez, luego añadí:- Hasta mañana, mamá. Te amo.

The Solitary Angel | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora