Capítulo 18

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"Desterrado."

Mi piel consiguió erizarse bajo sus manos. Sus caricias rodeaban mi cintura y podía sentir la electricidad de su tacto. Nos habíamos hundido en las caricias y besos, donde nadie más existía que nosotros dos y ambos de nuestros corazones latiendo con fuerza, uno sobre el otro. Jamás me había sentido tan llena, como si nada más faltara en mi vida para ser feliz. Él había conseguido serlo todo en una semana y tan solo algunos días más. Era increíble con la rapidez que se coló en mi corazón y se plantó allí para jamás volver a salir de él. Dejarlo ir no sería una opción, ni en un millón de años.

Mi corazón era lo único que resonaba en la habitación, aparte de sus dulces movimientos. Mis manos seguían sobre su cabello, enredando sus dedos en él y sintiendo la suavidad de sus rizos desordenados. No quería soltarlo, se había vuelto algo vital en mi vida.

Los minutos pasaban, nuestras manos seguían entrelazadas y nuestras miradas se mezclaban por millonésima vez en el día. Amaba ver sus cristalinos ojos sobre los míos, buscando mis emociones y adivinándolas rápidamente. Se metía dentro de mí, él sabía exactamente como me sentía y cómo lo sentía. Lograba descifrar mis secretos y la mitad de las cosas que guardaba en mí. Me sentía frágil ante su mirada, me sentía insignificante frente a su energía, frente a su aura y su sonrisa.

La puerta se abrió de un momento a otro, resonando contra uno de los muros y dejándonos ver a una mujer furiosa con ambas manos en sus caderas, en busca de explicaciones. Mi madre nos miraba desde el umbral de la puerta con una mueca sin sentimientos, sin compasión. Sus ojos se clavaron en mi figura, la cual era protegida por la del castaño a mi lado. Sentí los brazos de Harry apretarme aún más contra su pecho y protegerme de los insultos que pronto vendrían. Sus rizos se movieron lentamente cuando él levantó su vista hasta la fémina que seguía con su semblante sobre ambos. Mi corazón se detuvo por unos segundos, dándome a entender que nada bueno saldría de esto.

-¡¿Qué mierda es esto?!- Preguntó la mujer en un grito a todo pulmón mientras revoleaba sus manos en el aire y las venas de su cuello se hacían cada vez más prominentes debajo de su piel. Su cuerpo se movió rápidamente hasta la cama, donde ambos nos encontrábamos entrelazados el uno con el otro. Tomó mi brazo con fuerza y me obligó a removerme del lado de Harry, quien miraba a la mujer con una extraña mueca.- ¡¿Qué crees que haces, Zoey?!- Preguntó nuevamente en un grito ensordecedor y autoritario. Mi brazo se vio tomado por su mano nívea. Pude sentir la presión que ejercía sobre mi extremidad, volvía a lastimarme, jamás dejaría de hacerlo. Se empeñaba en alejarme de lo que en verdad me hacía feliz, me quería lejos de Harry.

-Señora, tranquilícese.- Habló el rizado mientras se removía de su lugar y paraba su gran figura frente a nosotras. Sus ojos se clavaron en los míos, dándome a entender que todo acabaría pronto, él acabaría con todo esto. Mi desesperación comenzó a crecer cuando mi madre se acercó peligrosamente hasta el ángel frente a ambas, quien mantenía la frente en alto y una fría mirada.

-Vete de aquí, y jamás vuelvas a pisar esta casa.- Advirtió la mujer que aún sostenía mi brazo con fuerza. Mi cabello revoloteó frente a los brutales movimientos. Comencé a forcejear contra ella, estaba cansada de ella, de su rudeza contra mí y del odio que destilaba por sus labios. Ella no podía llamarse madre, ella un monstruo, un maldito y oscuro monstruo empeñado en desgarrar mis sentimientos más sensibles.

-No me iré.- Desafió el rizado con una fresca sonrisa.- ¿Acaso se ha dado cuenta de la falta de compañía que padece su hija?- Preguntó luego de unos segundos de miradas asesinas por parte de ambos.- Déjeme decirle que ha sido una mierda.- Sus ojos oscurecieron, pero su sonrisa seguía intacta, sarcástica, fresca y burlona.

-Maldito...- Comenzó a hablar mi madre en un tono enfadado, a punto de explotar en maldiciones y golpes contra todo lo que la rodeara. Su paciencia no era buena, mucho menos su lado gentil y generoso. Su voz se detuvo luego de unos segundos, las palabras no salían de su garganta y sus ojos comenzaron a cristalizarse frente a la gran figura de Harry frente a ella. Mi brazo se vio liberado luego de unos segundos, me alejé rápidamente de ella y me encerré entre los brazos de mi ángel, quien sonrió al verme hacer tal acción. 

The Solitary Angel | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora