Capítulo 22

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"Uno de ellos."

Apreté las correas de mi mochila, la cual se encontraba sobre mi espalda con pesados libros dentro de ella. Mi cuerpo caminaba por los corredores lleno de personas, quienes corrían de un lado a otro pidiendo sus tareas y bromeando entre medio de cada saludo amistoso. Mi cuerpo colisionaba con otros, mi cabello se removía sobre mis hombros y yo solo podía susurrar una disculpa al recibir furtivas miradas por parte del otro extraño. Mis pies aceleraron aún más al escuchar la campana retumbar y generar un estruendoso eco en toda la preparatoria, alertando a sus alumnos el comienzo de la mañana.

Mi clase se encontraba ya lista para recibir a su profesor, quien estaba llegando con un retraso de ya cinco minutos, por lo cual, todos comenzaron a descontrolarse y a comportarse como verdaderos animales. Los papeles volaban sobre mi cabeza y los gritos inundaban el lugar, levanté mi vista al ver un par de libros ser dejados sobre mi escritorio, el cual era de dos personas. Me encontré con un par de ojos verdes brillantes y unos rizos castaños alborotados dulcemente.

-Pequeña, te has levantado de mal humor.- Sonrió Harry mientras dejaba su cuerpo relajadamente sobre la silla que se situaba junto a la mía. Ninguna sonrisa se formó en mis labios, la verdad era que hoy no estaba del mejor humor de todos, y odiaba que los estudiantes se alborotaran tanto aquí dentro, era totalmente insoportable escuchar sus gritos y risas exageradas bañadas por un deje de sarcasmo y burla, demostrando que ellos eran quienes mandaban aquí y que sus reglas debían ser cumplidas e implementadas al pie de la letra.

-Solo quiero que todo esto acabe, quiero huir de esta ciudad, quiero irme lejos.- Hablé mirándolo fijamente a los ojos, él solo volvió a esbozar una brillante sonrisa enmarcada por unos labios rosados y rellenos, los cuales se veían exquisitamente húmedos gracias a su lengua relamiéndolos.- Me iré de aquí en cuanto este mes acabe y seré mayor de edad de una maldita vez.- Volví a escupir con furia, este lugar no había dejado buenos recuerdos marcados en mi línea del tiempo, nada de lo que aquí había pasado había sido bueno, nada me haría quedar en esta preparatoria, mucho menos en esta ciudad de demonios y sombras en cada callejón de ella.

-Tranquila, Zoey, debes calmarte.- Habló el castaño a mi lado mientras jugueteaba con uno de mis mechones oscuros entre la yemas de sus dedos, luego, lo colocó detrás de mi oreja y volvió a conectar nuestras vistas, solo para crear una atmósfera estática entre ambos.- Solo espera, debes esperar.- Susurró acercándose, como si estuviera contándome el mejor de los secretos, el más oculto y prohibido de todos. Suspiré con cansancio, había esperado por más de dos años, y nada pasaba.

-He esperado más de lo que crees, tú no sabes cuánto he deseado esto.- Hablé luego, alejándome de su cercanía y clavando mi vista en la ventana, la cual se encontraba a mi costado, junto a mi hombro.

-Claro que lo sé, te he visto crecer, llorar y cortarte, he reído junto a ti, he llorado junto a ti, te conozco mejor que a nadie, te conozco más que tú misma, pequeña Zoey.- Su voz se coló en susurros por mis oídos, su aliento caliente chocó contra la piel de mi cuello, estaba cerca... de nuevo. - ¿Crees que no sé lo que sientes?- Volteé mi rostro, su respiración se mezcló rápidamente con la mía, su cuerpo se encontraba inclinado sobre su silla, solo para intimidarme con la cercanía de nuestros rostros.

-Estamos en clase, Harry.- Susurré con un leve tartamudeo de por medio, él volvió a sonreír, para luego removerse y volver a acomodar su figura fuerte entre la silla y el escritorio de dos personas, máximo. Negué con mi cabeza al notar que él había logrado lo que se tenía propuesto; intimidarme, incomodarme con sus ojos tan cerca de los míos.

El profesor Denmark entró al lugar con una paso apresurado mientras pedía disculpas por su retraso, solo para luego dejar su bolso de cuero sintético sobre su asiento y comenzar a sacar los libros de Biología, los cuales eran enormes. Acomodó sus gafas para luego escribir en la pizarra los nuevos ejercicios que hoy tendríamos que comenzar para un futuro trabajo. Louis movió su mano en el aire rápidamente, su sonrisa aumentó al notar mi cuerpo acercarse a paso apresurado. Me senté justo a su lado, como lo hacía todas las mañanas en la cafetería, uno de sus dulces besos se estampó en mi mejilla como saludo y una sonrisa enorme volvió a decorar sus rosados labios, los cuales siempre estaban curvados hacia arriba.

The Solitary Angel | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora