Capítulo 2

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"Te lo prometo"

Genial, el profesor Willson se volteó a verme con un entrecejo fruncido y sus
anteojos a punto de deslizarse por su recta nariz. Había llegado tarde a su
clase... por séptima vez en el año.

Escondí mi rostro ruborizado entre mi
cabello, relamí mis labios en la espera de uno de sus tan conocidos regaños.

-Solo... siéntese Gardner.- Dijo con frustración al verme pasar junto a él y
buscar un asiento libre en lo más atrás de la clase.

Dejé mi mochila vacía de libros al lado de mi silla. Sentí la mirada de varios
traspasarme con facilidad. Agradecí que este fuera el último mes de clase.
Odiaba la escuela tanto como odiaba a Mark Tells. Desde hace dos años he
decidido volverme fuerte y decidida. Mi padre era mi debilidad, y sabía que
me atacarían con ello. Siempre había sido difícil de cautivar, ningún hombre ha llegado a robar mi corazón, bien, solo uno... mi padre.

Jugueteé toda la clase con mi lápiz de escribir, lo movía de un lado a otro
mientras este rodaba sobre la lisa superficie de mi banco. Mi cuerpo estaba allí, como todos los demás, pero mi mente divagaba en otros lugares. El
profesor Willson hacía sus explicaciones de su propia materia con mucho orgullo, mientras que yo solo deseaba que alguien me salvara de allí, sabía que luego de que la campana tocara Willson me mandaría a la sala de castigos, con todos los drogadictos, ladrones y rebeldes de la escuela. Oh, sí, incluyendo a Mark Tells. Al tocar la campana recogí mis libros, con los márgenes garabateados, no sabía el por qué pero siempre amé dibujar, sobre todo dibujar alas de ángeles en un tono grisáceo. Mi idea de un ángel perfecto, sus alas grisáceas y una hermosa cara, sonrisa encantadora y unos ojos penetrantes. Las alas blancas simbolizan que aquel ser celestial era puro, limpio y fiel. En cambio, cuanto más oscuras sean sus alas, más extraño, rebelde y oscuro era. Por aquello, siempre he soñado con un ángel de alas grises y punzante mirada. Estaba entre el límite de lo malo y lo bueno. Es decir, un ángel rebelde y decidido. Deseaba fervientemente conocer a alguien como ellos. Alguien rebelde pero amable y dulce. Aquí, todos eran unos idiotas en busca de una noche de sexo con alguna zorra que sea fácil.

Comencé a esconderme detrás de la muchedumbre que salía despavorida
por la entrada, pero sentí la irritante y gruesa voz del profesor Willson
detenerme. Mierda, me había atrapado.

-Gardner, ha detención en el próximo receso. Ahora debes tener el almuerzo.-
Me ordenó sin quitar la vista de sus libros.- Debo decir que sus notas
dependerán de su asistencia en este último mes.- Dijo mientras se volteaba a verme detrás de aquellas enormes gafas.- Mire, Gardner, no quiero reprobarla, sus trabajos son excelentes y su conducta ejemplar. Pero sus inasistencias le estás jugando en contra, señorita.- Me señaló mientras comenzaba a guardar sus libros cargados de conocimientos innecesarios para mí. La verdad era
que odiaba estudiar, pero encerrarme en mi habitación y ver libros era lo que
me hacía más feliz últimamente.

Asentí sin chistar, no estaba para contestaciones. Con la frente en alto pegué un suspiro antes de salir por la gran puerta de la clase. La mochila colgaba de mi hombro derecho mientras mi mano sostenía una de las correas. Caminé hasta el campus y emprendí camino hasta el típico árbol donde me sentaba a engullir mis alimentos, o bien, a leer y escuchar música tranquila. Y Sola.

Dejé caer la mochila con brusquedad sobre el suave césped. Miré hacia el
oscuro cielo, cuánto deseaba que comenzara a llorar ahora mismo. La lluvia era una de mis tantas debilidades. Me senté mientras recargaba mi espalda sobre el viejo cuerpo de mi mejor amigo. El árbol más antiguo de todo el Campus. Él sí que era la mejor compañía, me había visto llorar sin pedirme que me callara la boca. Al fin y al cabo, las personas no eran de fiar hoy en día, lo supe desde que mi "mejor amiga" Tess me traicionó hace un año, cuando
más la necesitaba, ella... solo se rió en mi cara.

The Solitary Angel | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora