20. Hasta que Mis Ojos te Vuelvan a Ver

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Hola mi gente linda ¿Cómo están?

Debo decir que las cosas no han cambiado del todo, pero como siempre, el arte es nuestro refugio y por eso, por fin puedo traerles este capitulo ejejeje

Una vez más gracias a todos por llegar hasta aquí, esta es de mis historias favoritas y me alegra ver que fue bien recibida( ˘ ³˘)♥

Sin más que agregar, ¡¡¡A LEER !!!

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- ¡Maldita máquina! - Dijo enojado el rubio mientras volvía a golpear el lateral del aparato, odiaba el café instantáneo, pero en los aeropuertos ese era el más económico, pues, aunque amaba dicha bebida, Colombia no tenía pensado pagar una fortuna por algo que sabía, él podía hacerlo mejor.

Cansado de su ardua lucha, el rubio apoyo su frente contra la maquina cansado. Las vacaciones de verano habían terminado por fin, y era hora de volver a su nación.

Colombia por fin había salido del hospital, fue un proceso lento, pues OMS era muy rigurosa y quería asegurarse que estuviera en perfectas condiciones antes de volver al trabajo. Aunque, la verdad era que la organización se había encariñado demasiado con el rubio y por eso alargo su estancia en el hospital hasta que su hermana mayor se enojó y le dio de alta.

Estaban a finales de agosto, el calor se perdía en la briza mientras las hojas empezaban a cambiar de color, decorando poco a poco el paisaje con bellos tonos naranjas. Con un suspiro, Colombia pensó en todo lo que había vivido en ese tiempo, estar hospitalizado era un martirio y aunque su secuestro había sido una experiencia traumática, para el rubio, los que más sufrían eran los que estaban a su alrededor, pues estando en observación, era consentido por muchos, desde enfermeras hasta otros países que no lo dejaron solo hasta que todo estuviera igual que al principio.

No iba a mentir, a veces en las noches se levantaba con la respiración agitada y algo asustado, pero solo necesitaba un par de minutos para que todo volviera a estar en calma, bueno, un par de minutos y cierto par de brazos que lo abrazaban con cariño y lo cuidaban.

Mismos brazos que en ese momento apresaban su cintura con calma, apoyando las palmas abiertas sobre su vientre, mientras el tan conocido aroma a musgo y sándalo inundaba sus sentidos.

- ¿Otra vez te estas peleando con la máquina expendedora? –Pregunto Noruega, mientras dejaba castos besos en sus mejillas y Colombia entrelazaba sus manos.

-No es mi culpa que esta cosa vieja no funcione- Se quejó el rubio, mientras se dejaba hacer, le gustaba sentir los mimos de Noruega cuando estaban en público, que todos vieran que ese sexy vikingo se derretía de amor por su persona.

Sin importarle donde estaban, Noruega dejo que sus tiernos besos pasaran a ser unos más atrevidos, deslizando sus labios hambrientos por el cuello del rubio, mientras una de sus manos se colaba por el suave suéter que su pareja, jugando con los tiernos pezones.

-Noruega, déjame tranquilo, ahhhh- Colombia pidió en medio de un gemido, sus piernas temblaban y sentía las mejillas rojas por la vergüenza. Le gustaba que lo mimaran, pero eso que estaba haciendo el castaño tenía otro nombre.

Estar en público no era un impedimento para su pareja, pues seguía con sus candentes besos y sus suaves caricias, estremeciendo su cuerpo. Ignorando las quejas de su chico, Noruega sigo con lo suyo, devorando esa deliciosa piel canela, disfrutando de cada suave gemido, amaba tener a Colombia entre sus brazos, sintiendo como se estremecía entre caricia y caricia. Con cuidado, el vikingo apreso esas perfectas caderas, obligando a su pareja a inclinarse contra la máquina de café, teniendo una perfecta vista de su trasero.

Mientras sean tus ManosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora