8. Podemos Hacernos Daño.

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Hola de nuevo :3 ¿Cómo están? 

Hoy les traigo un nuevo capi que espero disfruten mucho ajajaja casi no puedo actualizar porque se fue la luz T.T pero ahora a vuelto y estamos listo *O* 

Así que, A Leer <3 <3

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Al final, la idea de convivencia de ONU no era tan mala como pensaban, todos los países estaban disfrutando de su estadía en aquella residencia, había de todo, actividades lúdicas, talleres y comida deliciosa, el verano definitivamente les estaba sonriendo después de un año de mierda, pero había cierto latino que estaba disfrutando de más aquellas improvisadas y obligatorias vacaciones.

Desde su encuentro en la cocina, hace un mes aproximadamente, las cosas entre Colombia y Noruega solo habían mejorado. Ahora cada que se encontraban en los pasillos, el castaño lo detenía un segundo para devórale la boca y dejarlo seguir su día, se sentaban juntos en todas las reuniones para manosearse debajo de la mesa o simplemente reírse por las ocurrencias de ambos mientras ONU hablaba sobre las actividades de la semana. No es que se la pasaron juntos a todas horas como un chicle, simplemente eran pequeños momentos que los conectaban y les hacían disfrutan de su estancia en Ginebra.

Obviamente las visitas al club no faltaban, era en medio de esas cuatro paredes que descubrían sus cuerpos, que jugaban sin ataduras hasta que el placer y el dolor les hacían alcanzar el cielo, conectando sus almas en medio de esa danza terrenal, dejándolos listos y con la energía a tope para otra semana de absurdas actividades. Había sido un mes de muchas emociones, que tenían a Colombia en las nubes, sonriendo como un idiota cada que recordaba al vikingo de ojos verdes.

Claro que no todo era un paraíso y había algo que le preocupaba, y eso eran las marcas. No es que le molestara que Noruega lo dejara como un dálmata después de cada sesión, cada mordida, rasguño, chupón, arañazo o palmada era una delicia que, hacia vibrar su piel, pero el problema era que después no podía usar ninguna de las prendas que trajo, estaban en verano por amor a dios y era desesperante tener que salir a hacer sus cosas tapado hasta el cuello.

Por suerte, Colombia nunca viajaba sin su kit de belleza y hasta ahora, no había marca o chupado que se resistiera a la manteca de cacao y al aceite de almendras con naranja. Claro que borrar rápido aquellos recuerdos era como retar al nórdico a hacerle más y por eso, esa calurosa tarde de verano, mientras era el profesor de aquel taller de danza, Colombia llevaba una sudadera negra y una camisa deportiva ancha, cubriendo las marcas de sus muslos y las que tenía más arriba de la cintura.

-Bueno chicos, diez minutos de descanso –Dijo alegre el colombiano mientras se acomodaba el cabello y soltaba a su pareja y el resto de países suspiraban cansados, al principio no pensó que fuera una buena idea, pero las clases de salsa estaban yendo de maravilla, cosa que inevitablemente lo ponía feliz, amaba compartir los ritmos de su tierra con los demás y que disfrutaran de mover el cuerpo a su estilo.

Con cansancio, se dejó caer contra la pared de vidrio de aquel salón, buscando controlar su acelerado palpitar, claro que su calma solo duro unos segundos, pues un potente silbido lo saco de su ensoñación. Justo debajo del salón de baile, se ubicaban las canchas de hielo y como todos los jueves, Noruega junto a sus hermanos y primos, estaban jugando hockey, bueno decir jugar era un término lindo, todos esos países fríos eran unos brutos barbaros a ojos de Colombia, no había semana en que no terminaran en pelea, riendo felices cuando los separaban, pero asustando a cualquier que los viera.

Sin perder el tiempo, el rubio busco al dueño de semejante ruido, tal como se lo imaginaba, un sudoroso castaño lo miraba coqueto, mientras señalaba su trasero con su stick, haciéndolo reír y torcer los ojos por el inmaduro comportamiento. Noruega tenía una seria obsesión con su trasero y el chocolate, pero eso no evito que Colombia se inclinara hacia delante, dejando que su generosa retaguardia se apoyara en el vidrio, dándole una excelente vista a su pareja.

Mientras sean tus ManosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora