Capítulo 9

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El primer día que mi madre se encontrara aquí fue bastante intenso. Ella no paraba de decirme cada una de las cosas que debía hacer o si hacía algo, me recalcaba que lo estaba haciendo mal. 

Me pasó cuando estaba intentando meter mi ropa sucia a lavar. 

Siempre era presionar dos botones y ya luego tenía que esperar a que terminara para colocarla en la secadora. Siempre lo hacía así, siempre salía bien y no había ningún problema, pero como siempre, la vida está en mi contra. 

Justo ese momento en el que mi madre me repetía que tenía que separar la ropa por colores y yo le dijera un millón de veces que yo sabía lo que hacía, pues, por alguna razón mi ropa blanca terminó con una ligera capa rosa gracias a que se mezcló con una camisa roja. ¡Ni siquiera sé cómo había llegado hasta ahí! ¡Era lo suficiente lista como para saber que meter ropa blanca y una prenda roja no saldría bien!

¡Pero ahí no termina lo trágico! Esto es solo el comienzo...

El segundo día quería descansar hasta el mediodía porque luego tendría que repasar los pasos para al día siguiente no llegar tan perdida a clases. 

Eso no pasó, por supuesto. 

Mi madre me levantó a las nueve de la mañana ofendida y preguntándome si estaría de vaga durmiendo todo el día. Pues... ¡ERA DOMINGO! ¡POR SUPUESTO QUERÍA ESTAR DE VAGA! No le dije eso, solo me rendí y me levanté para no obtener más quejas de su parte. Pero luego cuando estaba ensayando, se quejaba de la música o me incomodaba su mirada de disgusto y lo terminaba haciendo todo mal.

El tercer día tenía que estar temprano en la academia, así que me levanté haciendo todo apresurada como suelo hacer. Mi madre me hablaba tanto y tan rápido que me aturdía. Eran las siete de la mañana, mi cerebro apenas lograba procesar mi existencia. Gracias a esto, me olvidé de alguna de las cosas importantes, como mis zapatillas de ballet y mi botella de agua. 

Al llegar a casa agotada, a mi madre no se le ocurrió otra cosa que reclamarme que mi departamento era un completo desastre y tenía que limpiar. No me quejé tanto porque era cierto, pero justo en ese momento solo me apetecía comer mi helado de menta mientras miraba una serie. Al final, terminó haciéndolo ella porque solo decía que estaba empeorando el desorden.

El cuarto día que se encontrara aquí, fue de los más calmados, pero no significa que no haya sido estresante. 

Ese día me decidí a que luego de la academia iría a reponer algunas de mis prendas de ropa que había estropeado por la estúpida camisa roja. Mi madre, por supuesto, se autoinvitó a pasearse por el centro comercial conmigo y no paraba de decirme que las prendas que escogía eran muy pocos femeninas o que no me quedaban del todo bien. Pues, gracias a eso, mi pobre autoestima había sobrepasado el subsuelo.

Los días siguientes fueron muy parecidos, mi madre no paraba de darme órdenes y quejarse de cada cosa. ''Alicia, eso no es así'', ''Eres una irresponsable, Alicia'', ''Alicia, te he dicho miles de veces que...''. Por supuesto, sin olvidar la mirada juzgadora o de reproche.

Si antes odiaba mi nombre, pues... creo que luego de esta semana lo he odiado muchísimo más. Juro que lo cambiaré en algún momento.

Yo intentaba ser paciente, de verdad creo que he sobrellevado esta situación mejor de lo que pensaría, pero creo que por otra parte alteraba mis nervios y me hacía perder un poco el control. 

Durante la semana fumé más cigarrillos de los que me gustaría admitir, y me tardaba más tiempo en la academia no solo porque no quería llegar a casa, sino también porque mis pasos de baile estaban siendo horribles gracias a eso. De verdad me impresionaba lo distraída que estaba. 

Perfect Strangers - Niall Horan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora