CAPITULO 5
No se que era lo que mamá le había dado de cenar a papá la noche anterior, pero esta mañana él estaba de un humor tan insoportable, que sentía que el estúpido pájaro carpintero que dejó caer la rama el día anterior, me estaba martillada en la cabeza.
“No entiendo porque no puedes tener lista la ropa que yo pido me planches el día anterior" le grita papá a mamá.
Puedo notar como a mamá le tiemblan las manos y se le cristalizan los ojos.
“¿Por qué no ayudas a tú mamá con los quehaceres de la casa Natalia?”
Me arrepiento tanto de no haberme escabullido al colegio sin desayunar.
“Lo hago papá. Yo le ayuda a ella cuando vengo del colegio” le digo con un tono de voz estable.
“¡Mentiras!” me dice con un dedo acosador “todos los días vengo del trabajo y encuentro esta casa hecha una porquería”
Para papá nada de lo que mamá o yo hacemos es suficiente. Los pisos no están completamente relucientes, los platos tienen mal olor, las sábanas no están bien lavadas, el baño apesta a orines, la comida está demasiado insípida. En fin, es una lista enorme de cosas que hacemos mal.
“Ya deja eso” le dice a mamá mientras toma su chaqueta del planchador de un solo tirón “Yo me quiebro la espalda trabajando y ustedes dos sólo se quedan de holgazanas"
Sale de casa sin despedirse y tira la puerta, lo que me hace dar un respingo.
Ya no digiero bien el cereal que estoy teniendo para el desayuno, pero de igual forma lo como todo, porque si no, mamá se enojara diciéndome que hay gente que no tiene que comer y yo desperdiciando la comida.
“Natalia apresúrate a comer o te dejara el autobús"
Suspiro cansada.
Si no es papá quien me grita, es mamá quien lo hace. Ella descarga toda su ira reprimida con papá, hacia mi. Yo parezco una bola de pin pon. Un grito de papá otro de mamá, un regaño de papá otro de mamá.
Terminó el cereal, lavo mi plato y salgo de casa con el humor por lo suelos.
Mientras camino a la parada del autobús, contemplo la idea de saltarme el colegio por hoy. Pero corro el riego de que llamen a casa y le hagan saber a mamá que falte. Y de todos modos no tengo dinero suficiente para ir al zoológico mientras mató las horas de la escuela hasta la hora de regresar a casa.
Resignada subo al autobús y me siento en la parte trasera con los audífonos puestos y la música a todo volumen.
Llegué al aula de mi primera clase aún con los audífonos puestos y la música a todo volumen.
Me senté en mi escritorio y espere a que la clase comenzará.
Salude a Lucia mientras ella se sentaba en el pupitre junto al mío. Me quite los audífonos cuando me di cuenta que quería decirme algo.
“Campaña de vacunación” dijo con un puchero.
“¿Qué?” dije asustada.
Odiaba las vacunas más que el primer día de clases y los trabajos en grupo.
“Si. Es contra la influenza. Vi a las enfermeras en la entrada de la escuela”
Pase inquieta toda la hora de clases. Tenía que encontrar una forma de escabullirme de la vacunación.
“Es un pinchazo Natty" me aseguró Lucía mientras se reía de mi nerviosismo “a mi también me aterra, pero es algo rápido. Si no piensas en ellos, no te pone tan alerta”
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Cuestión de decisiones
Teen FictionPara Natalia Santiago todo lo que la rodeaba era detestable. Odiaba el colegio, socializar, las tareas y la gente feliz. Ella creía que no había nacido para ser feliz, ya que nada feliz o emociónante sucedía en su vida, y vivía en un perpetuo ciclo...