CAPÍTULO 13
Las vacaciones de fin de año escolar habían llegado.
Había decido tomar un trabajo de medio tiempo en la biblioteca pública. Me agradaba trabajar en la biblioteca porque era un lugar tranquilo. Los lectores son silenciosos y amables.
Sofía y Lucia me visitaban a veces. En mis días libres montábamos nuestras bicicletas por largos ratos y a veces teníamos un maratón de doramos en casa de Sofía. No era tan fan de los dramas coreanos, pero estar en casa de Sofía me hacia sentir en paz. Su casa tenía una vibra que tranquilizaba mis demonios internos, y su mamá era una mujer tan divertida. A diferencia de Sofía, que era tan reservada, su mamá era lo contrario. Era estrafalaria, hablantina y muy chistosa. Solía contar unos chistes que casi me hacían mojar los pantalones de tanto reír.
También iba a visitar a Baham todas las tardes luego del trabajo. Crecía muy rápido y temía que en poco tiempo ya no sería capaz de jugar con el y acariciarlo.
Ricardo se había marchado con su familia de vacaciones a Miami.
Me escribía a diario, aunque fuera solo para molestarme.
Ricardo: a mi primo lo pico una serpiente.
Yo: sácale el veneno o morirá. Las picadas de serpiente son mortales.
Ricardo: cielos Natty, ten más tacto. Ya le deseas el mal al chico y ni lo conoces.
Yo: ¿Entonces para que me lo cuentas? Sabes que no tengo tacto.
Ricardo: 🤣🤣🤣 Te conozco tan bien que se que tienes el entrecejo fruncido y los brazos cruzados.
Descruzo los brazos y relajo el entrecejo, aunque sé que no me está viendo.
Ricardo: ¿Qué has hecho a parte de maldecir al amor y matar un par de gatitos?
Yo: los pobres como yo, trabajamos.
Ricardo: Oh, es una pena. Yo ahora estoy en un parque de diversiones relajado, tomando un batido de piña y coco.
Me envía una foto del batido de piña y coco.
Yo: Maldito, ojala te ahogues con el batido.
Ricardo: 😂😂 Tu odio me divierte Santiago.
No le respondo ya que tengo trabajo que hacer. Unos nuevos libros han venido a la biblioteca y necesito etiquetarlos y colocarlos en sus estantes.
Dejo el teléfono guardado dentro de una de las gavetas que están en la caja y me marcho a trabajar.
Olvido por completo mi celular.
Cuando llego a casa me doy cuenta que no lo tengo en mi bolso. Recuerdo que lo he dejado en la gaveta de la mesa se recepción.
Si Ricardo siguió escribiendo tendrá que esperar hasta mañana por mi respuesta.
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Al siguiente día cuando llego a la biblioteca, lo primero que hago después de abrir, es ver mi celular. Tengo diez mensajes y cuatro llamadas perdidas. Todas de Ricardo.
<<¿Le habrá sucedido algo?>>
Rápidamente abro los mensajes.
Ricardo: ¿Me has extrañado?
Ricardo: ¿Estas enojada?
Ricardo: ¿No obtengo ni una respuesta sarcástica?
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Cuestión de decisiones
Teen FictionPara Natalia Santiago todo lo que la rodeaba era detestable. Odiaba el colegio, socializar, las tareas y la gente feliz. Ella creía que no había nacido para ser feliz, ya que nada feliz o emociónante sucedía en su vida, y vivía en un perpetuo ciclo...