Ya ha pasado un buen rato desde que Cameron no derrama lágrima alguna, su llanto se a reducido a ligeros espasmos productos de su respiración entre cortada. Aún así Nico no se a atrevido a alejarla, y ella tampoco lo a hecho, más bien se a acomodado en su pecho permitiendo que la abrace por completo mientras se mantiene aferrada a él como si su vida dependiese de ello.
O mejor dicho, su estabilidad depende de ello.
Justo ahora, lo único que necesita es poder apoyarse en alguien o algo, desesperadamente.
Durante todo ese tiempo el albino no a podido dejar de pensar en todo el dolor que su amiga a manteniendo oculto. En cada lágrima que se a negado a derramar y en la culpa asfixiante que debió y debe de sentir. Después de todo, aunque ella no fué la causante de la tragedia en su familia, es inevitable que en su situación no sienta ese peso.
Ella estaba cuidando a su hermana. Ella fué la última en verla viva. Ella fué quien que la dejó sola.
Pero al fin de cuentas: Ella no tiene culpa alguna.
La única culpable es Carola.
El chico contenido la rabia apretando los puños al pensar en ello.
Esa maldita bruja fué su verdugo durante mucho tiempo. Explotando sus poderes, usándolo como conducto y conejillo de indias, y todo empeoró cuando su Don resultó ser el mismo que ella.
Aprendió mucho con Carola, pero también perdió demasiado.
Y no conforme con eso, va y daña aún más a su propia familia, a su hermana, a sus sobrinos.
Cameron empieza a removerse entre sus brazos justo en ese momento, provocando que deje de lado por completo su rencor, y se concentre únicamente en la chica que de a poco se reincorpora.
—¿Cómo te sientes? —la pregunta emerge en tono bajo y afable, pero sin poder ocultar su preocupación.
—Algo triste —responde ella con total honestidad, y con la voz un poco pastosa y algo roca por el llanto—, pero mejor —admite, intentando una sonrisa que, aunque débil, es sincera.
Cami se acomoda en su lugar rompiendo el abrazo, pero mantenido la cercanía. Cruza las piernas de lado para quedar de frente al chico y conecta sus ojos algo hinchados y un poco rojos —lo cuál combinado con el negro da una imagen algo tétrica—, con los bicolor de su amigo y alza más sus comisuras con gratitud.
—Me alegré oír eso —suspira con alivio Nico, y acerca una mano al rostro de la castaña para secar la humedad de sus mejillas usando la manga de su suerte, provocando que ella ría un poco ante el gesto, más no logra mucho y ella lo ayude limpiado con sus manos también.
Él se alegra ante su risa y deja que ella termine la tarea hasta que la humedad desaparece.
—Gracias —musita Cam, acomodando también una parte de su cabello que se a pegado a su rostro—. Tenías razón sobre desahogarse —le reconoce—. Me siento con un peso menos.
—No es sano contenerse, llegará un momento donde no podrás con la presión. Necesitamos rompernos para poder continuar firmes —su tono es claro al hablar y su mirada está llena de veracidad, y aunque por dentro la chica no puede dejar de pensar en que sus palabras parecen salidas de algún cartel motivacional o incluso una galleta de la fortuna, por fuera su expresión demuestra que está totalmente de acuerdo, ya que al final son ciertas—. Aún así me siento mal por hacerte llorar —se lamenta, bajando la cabeza con pena.
—Iba a terminar así de cualquier forma. Que esta charla ocurriera era inevitable, y sinceramente prefiero ser directa y soltar todo de una vez, sin guarda ya más nada.
ESTÁS LEYENDO
Natura: Et Animam Meam
RandomÉl no recuerda su pasado. Las personas a su alrededor parecen estar seguras de lo que pasó, pero Nico sigue dudoso de todo. No importa cuánto intente convencerse a sí mismo, cada vez que creé dejar el tema de su pasado en el lugar que debe, la noc...