C A P Í T U L O 4

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Lo que comenzó como una ligera llovizna poco a poco comenzó a agarrar fuerzas callendo con más intensidad.

Algunas personas a su alrededor empezaron a sacar sus paraguas y otras a apresurarse para evitar ser presas del mal clima. Él en cambio sigue a paso tranquilo con la capucha del abrigo puesta y las manos dentro de los bolsillos de esta.

La lluvia siempre a sido de su agrado y caminar bajo ella le es relajante, más lamentablemente su sistema inmunológico le obliga a no permanecer mucho tiempo en esa estado porque sino terminará enfermo después, por lo que decide apurarse y trás doblar en la siguiente esquina llega a su destino finalmente.

"Luna Azul" anuncia el letrero sobre la entrada de la cafetería en letras grandes y cursivas. Bastante popular entre los jóvenes por sus postres. Principalmente la torta de luna azul, la cual, a de admitir, es su favorita.

—¡Nico, Hola! —lo recibe Brenda alegremente al verlo entrar en el establecimiento haciendo sonar la campanilla de la puerta— Sabía que no ibas a faltar, pero con este clima tan intenso creí que llegarías más tarde.

Brenda Scott, una castaña treintañera —según sus cálculos—, madre de uno de los amigos de Félix y dueña actual del café. Es una mujer amable, agradable y culta. Y siempre que el chico va —principalmente el climas como los actuales— charla con él un buen rato de diversos temas.

Y a parte de la cafetería, también es maestra de literatura y suelen hacer debates sobre los libros que han leído y en algunas ocasiones suele salir del café con uno nuevo dado por la mujer. Eso le gusta, pero sabe bien que a de tener que terminarlo antes de su próxima visita para así poder responder bien al asegurado interrogatorio de la lectora compulsiva que es la castaña.


—Hola a usted también —le devuelve el saludo educado y risueño a la vez que toma asiento en uno de los taburetes frente a la barra—. Ya sabe cómo soy.

—¿Ignorante de tu delicado sistema inmunológico?, ¿O lo suficientemente loco como para que no te importe coger un resfriado de tres semanas sólo por disfrutar de una buena llovizna? —inquiere, burlesca, provocando que el albino bufe entre ofendido y divertido, a lo cual ella suelta una risilla— ¿Lo de siempre? —consulta, más en verificación que interrogante y Nico asiente, por lo que enseguida se da la vuelta para comenzar preparar el pedido.


Mientras ella trabaja el muchacho inspecciona el lugar con la mirada como suele aconstumbra descubriendo a varios de sus compañeros de clase distribuidos en grupos en las mesas y gabinetes que posee el local con calefacción.

De repente, el sonido de un tintineo peculiar desvía su atención y ahora comienza a buscar el origen de este, más no encuentra nada que sea capaz de provocarlo.

El sonido se repite y extrañado decide alzarse un poco sobre la barra para ver hacia el otro lado y es ahí cuando encuentra a una bola de pelos color crema acurrucada sobre una manta en una esquina.

El animalito alza su cabecita al sentirse observado y un par de ojitos azul glaciar se dejan apreciar.

—Que lindo —musita el chico, cautivado con la criaturita.

Linda —le corrige Brenda en ese momento, dejando una taza humeante de café con leche sobre la barra junto a un plato con la especialidad de la casa: Un trozo de pastel de Luna Azúl—. Es una cachorra de Husky Siberiano, mi mascota Canela dio a luz hace unos tres meses y estoy dando en adopción a los cachorros. Ella es la única que falta —le cuenta, agachándose para acariciar a la perrita.

Natura: Et Animam MeamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora