C A P Í T U L O 20

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Las pisadas que resuenan en el pasillo junto a sus respiraciones agitadas y el latir rápido de sus corazones es lo único que logran oír.

Hace ya varios minutos que perdieron a sus perseguidores, pero, por haber corrido en distintas direcciones para así despistarlos y que no descubrieran su punto de reunión, ahora se encuentra demasiado lejos y ya se les hizo demasiado tarde.

Demonios Roy, ¿Se-Seguro que este era un-un atajo? —cuestiona entre jadeos al mismo tiempo en que giran hacia otro pasillo.

Solo cállate y corre —es lo que obtiene por respuesta.

Nico decide no seguir cuestionando y ambos apresuran aún más el paso, hasta que tras un rato más de carrera, vuelven a girar y visualizan por fin la puerta "oxidada y vieja" al final del pasillo.

Ambos jóvenes frenan en seco frente a esta y se permiten un momento para así recuperar el aliento.

Carajo, me-me arden los pulmones como si... Como si hubiera inhalado fuego —se queja Roy, jadeante mientras se echa el cabello hacia atrás para luego airearse con la mano.

Mejor eso a ser... A ser descubiertos sólo porque a tí... Se te ocurrió molestar a un grupo que sabes, que sabes que nos odian —reprocha Nico enseguida, inclinado hacía adelante con las manos apoyadas en las rodillas y con la respiración agitada todavía, pero aún así le lanza una mirada reprobatoria a su amigo—. Las cosas ya están lo suficientemente mal, cómo para que vengas tú y seas... Tú.

En mi defensa, ellos siempre nos están molestando, así que sólo hice lo justo —se excusa el castaño, de verdad ofendido—. Ahora deja de buscar culpables y bajemos al infierno de una vez por todas.

¿Nunca dejaras de llamarlo así, verdad? —inquiere el albino, ya más recuperado.

Nop —responde con simplemente su compañero, y extrae un pedazo de cristal de su dije para así hacerse un pequeño corte en la palma.

Roy se acomoda frente a la puerta de hierro oxidado y aprieta la herida haciendo que emerja más sangre, luego vuelve a abrirla al sentirla ya bañada en el líquido carmesí y posa la palma abierta sobre la puerta, a la vez que susurra las palabras que el bicolor le enseñó para finalmente retirar la mano una vez hecho el conjuro.

Una huella sangrienta a quedado pintada en la puerta vieja, pero esta de a poco desaparece hasta se inexistente.

Nico se coloca junto a su amigo y sin esperar más atraviesa la puerta como si de una ilusión se tratara. Roy no tarda en seguirlo.

(...)

El agua golpea como cubos de hielo sobre su piel y duele, pero lo aguanta porque sabe que es lo único que puede evitar que ande como zombie hasta que sus cinco sentidos se despierten por completo.

Son exactamente las siete en punto de la mañana, el sol ya se encuentra iluminando el cielo y ya se puede escuchar movimiento en la casa, más el chico a estado despierto desde hace casi dos horas a pesar de que no a había nada que pudiera perturbar su sueño.

No es la primera vez que pasa, pero esta vez de verdad deseaba poder dormir aunque sea las ocho horas recomendadas.

Aunque en esta ocasión no se a debido a una pesadilla ni nada malo, simplemente abrió los ojos en medio del sueño y no a podido volver a dormir, así que estubo dando vueltas en la cama medio inconsciente hasta que finalmente se hartó de estar acostado y decidió darse un baño para así quitarse el supuesto sueño de encima.

Natura: Et Animam MeamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora