C A P Í T U L O 9

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Médium.

Visiones, espíritus...

Brujo.

Magia, hechizos...

Cada una de las historias e información que habla hacerca de aquellos dos seres invade su mente de forma abrupta y sin control, entre mezclándose con la revelación de la pelirroja y provocando que se sobre sature de pensamientos aleatorios. Más aún así hace su mayor esfuerzo por procesarlo todo correctamente y darle coherencia a la situación.

Sus padres... Los verdaderos...

Ellos están vivos, y no son aquellos monstruos de quienes le contaron cuando estaba en el hospital y que hicieron aquella atrocidad.

Pero, si están vivos, ¿Por qué no lo buscaron?

¿Será por la misma razón por la que no puede recordar bien?

¿Sabrán la verdadera razón de su amnesia?

Sinceramente, desde un inicio siempre dudó que su falta de memoria tenga algo que ver con un golpe en la cabeza, por más sentido que esto tenga, pocas cosas han tenido sentido en su vida.

Sin contar que ahora Alva acaba de decirle que es hijo de dos seres... Bueno, la verdad es que no le sorprende mucho la existencia de brujos o médiums. Después de todo las historias de personas capaces de ver, hacer o sentir cosas que otros no es conocimiento de todo público y se a demostrado que es real.

O tal vez sólo se trata de su mente intentando darle realidad a la idea de que sea una especie de... ¿Ser sobrenatural?

Que locura.

¿Eso significa que es ambas cosas? ¿O cómo?, La mujer usó la palabra mestizo, eso significa que es una mezcla de ambas, ¿Cómo funciona eso?

Dalia y Alec...

¿Son esos los nombres de sus padres?

¿Están ellos ahí?

¿Sabrán que él también?

¿Lo estarán esperando?

—Se que tal vez sea algo difícil de procesar, pero... —la voz de Alva lo saca de su cabeza, provocando que, aún algo aturdido, se centra ahora en los ojos celestes de... Su tía— Quiero que mantengas la mente abierta ante lo que vendrá —le pide—, esto a penas es la punta del iceberg, Nico.

—Yo... No ser que decir... O tal vez tengo demasiado que decir, más mí mente es un revoltijo ahora mismo —se sincera, apretando de más a Ember contra su pecho, sintiendo como ésta se remueve entre sus brazos, más se aferra a ella buscando seguridad en algo que conoce—. No sabría decir cómo me siento.

La ojiazul asiente suavemente, comprensiva.

—Vamos de a poco —dicta, y ahora es el chico quien asiente agradecido.

—¿Lo que soñaba era cierto, verdad? —ya se imagina lo que dirá, más aún así necesita oir una respuesta concreta.

—Así es —responde ella, y esas dos simples palabras son capaces de eliminar el peso que lo a estado atormentado los últimos tres años de su vida.

Natura: Et Animam MeamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora