C A P Í T U L O 30

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Los movimientos del mayor se detienen de golpe ante la mención de la niña.

No se esperaba que el muchacho supiera de ella tan pronto.

Aunque haciendo memoria, Alva le había comentado sobre una pequeña escapada que se dieron su hijo y Cameron en la noche después de que despertó, más nunca se imaginó que la chica tendría las fuerzas suficientes como para hablar de lo que sucedió con su hermanita.

O si tan siquiera él podrá.

—Se que es un tema delicado y yo... En verdad desearía no hacerte revivirlo, pero... Temprano hablé con Finn y... Yo... Él... —intenta articular, más la inseguridad aumentando hace que sus palabras se enreden y por inercia apriete con fuerza el libro que recogía.

Alec observa al chico unos segundos evaluando la situación hasta que decide actuar. Posando una mano sobre uno de los hombros del albino gana nuevamente su atención, mientras que con la otra procede a retirarle el libro para así ponerlo a un lado junto a los que siguen en el suelo.

—Ey, calma, respira un poco —le aconseja, usando un tono gentil y compasivo que resulta cálido para el menor, por lo que termina cediendo ante sus palabras y respirando hondo— ¿Mejor? —Nico exhala y asiente— Eres muy nervioso, en lugar de cachorro pareces más bien un consejo —bromea, intentando quitar la tensión del menor.

—Perdón, es que... No resultó bien la última vez que toqué el tema —explica, agachando la mirada con el remordimiento reflejándose en su voz.

—Me lo imagino. Para todos aún duele, tú no tienes la culpa —trata de consolarle, sobando su hombro para que se calme un poco—. Mejor dime ¿Cameron te lo contó todo?

—Lo hizo... —asiente despacio—. Me contó... Lo que pasó esa noche, y un poco de lo que pasó con los tíos, Matteo y ella. Más mi curiosidad es sobre la reacción de... Finn —especifica, apretando ahora ambas manos sobre sus piernas, aún sin encarar a su padre.

Nico aguarda en silencio, dejando que el mayor se tome su tiempo a la vez que regula los latidos de su corazón que se intensificaron al recordar aquella noche junto a su amiga, comparando inevitablemente aquella situación con la vivida con su hermano en la tarde, y ahora, posiblemente, con su padre.

Mientras tanto, Alec aparta por un momento la vista del mayor de sus hijos para posarla ahora en los libros que aún siguen tirados. No son muchos ya, pero tiene que recogerlos pronto ya que en verdad son muy antiguos y valiosos.

Alva le ha pedido que le llevase algunos tomos particulares que posee. Aún siguen buscando una alternativa para ayudar a los chicos, pese a las escasas posibilidades de encontrar una.

Las acciones de Carola nunca le han dejado muchas opciones.

Un suspiro abandona al hombre en ese momento, más no permite que las sombras del pasado lo envuelvan justo ahora que su hijo lo necesita.

—Finn y Fanny eran muy unidos, cómo era de esperarse... —comienza a relatar, dejándose caer por completo sobre el suelo de madera, y soltando al chico para poder acomodar los libros restantes en una pila junto a ellos, pero eso no le impide seguir hablando— La pequeña, al igual que sus hermanos, era como una sobrina para mí. Durante los cuatro años que vivió nos aseguramos que tanto ella y tú hermano tuvieran una infancia plena sin importar nada. Ambos eran felices, siempre jugando y animando a todos.

—Eran la alegría de la familia —musita Nico, recordando las palabras de Cami, a lo que su padre asiente y el chico procede a sentarse en el suelo también para finalmente mirarle.

—A pesar de que eran sólo niños, ambos ya conocían la situación por lo que pasábamos, no les podíamos ocultar la verdad —prosigue el ojiverde, terminando con los libros para ahora fijarse por completo en el joven—. Para nuestra sorpresa ambos comprendieron todo... A su manera. Fanny aún no entendía muy bien mientras que Finn entendió demasiado. Recuerdo incluso que una vez me preguntó si ellos volverían, si intentarían llevárselos también.

Natura: Et Animam MeamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora