C A P Í T U L O 32

2 1 0
                                    

Otra vez, cae.

—¡Vamos!, ¡Puedes hacerlo mejor!

—Me estoy esforzando, Cami. Nunca antes he tenido la necesidad de hacer esto —se defiende, rendido en el suelo.

—No puedes depender siempre de un arma o de tu magia, Nico, es importante que sepas defenderte sin ello —refuta la castaña, aunque el chico no sabría decir si es un consejo, o un regaño.

—Creo que esto no es lo mío... —suspira, totalmente agotado.

Cameron respira hondo y exhala despacio para calmarse. Cuando entra en rol de instructora, suele ponerse algo intensa.

—Vale, tomemos un descanso —decide entonces, y procede a dejarse caer junto al muchacho, quien se acomoda en su lugar para quedar sentado.

El sol de la tarde poco a poco a empezado a bajar, pintando el cielo y enfriando el ambiente. Por lo que no necesitan de mucho para relajarse.

Ya casi se cumple un mes desde que Nico regresó a Origen, y para su alivio y fortuna ya se a ido acostumbrado a su nueva rutina. Principalmente cuando se trata de los entrenamientos.

Catalina y su padre lo han ayudado con su magia, ampliando su conocimientos, mayormente en defensa y curación.

Su puntería a mejorado significativamente y ya casi ni necesita de un segundo tiro para derribar al blanco. Y Adara y Darcy lo han incentivado a probar con otras armas.

Demon tampoco se a quedado atrás y lo a estado ayudando a practicar sin su cadena, usando todo su repertorio de poder sin limitaciones. Aunque aún le cuesta dejarse llevar, por lo que se contiene sin pensar.

Y por último, pero no menos importante, nuevamente a podido entrenar junto a Roy y Az como en los viejos tiempos. Cameron también se a unido a ellos, demostrándole aún más su destreza física y su dominio en la magia. Aunque ella si se deja llevar con facilidad.

Aún así, es una de las mejores, es por ello que ahora están aquí probaran algo en lo que la chica es casi una experta.

Combate cuerpo a cuerpo.

Y, en palabras del propio Nico: No tiene esperanzas.

—Posees agilidad, eres certero y con buenos reflejos —señala la bruja-loba, observando como algunos rayos del son atraviesan las hojas naranjas de los árboles—, entonces, ¿Por qué se te complica tanto luchar?

—Nunca a sido lo mío —responde el de ojos bicolor, encogiéndose de hombros, y mirando en su lugar hacia en suelo de arena con desinterés.

—¿Entonces... Por qué aceptaste entrenar conmigo? —ella le mira, algo confundida por su declaración, pero sólo encuentra la ya típica expresión pensativa de su amigo.

—Porque tú me lo pediste —responde sincero trás pocos segundos de pensarlo, y tal honestidad saca de balance a la chica por unos momentos.

—Eso... Eso no tiene sentido —logra espetar, regresando al frente, pero sin poder evitar mirarle de reojo.

—Supongo que no... —reconoce, apretando un poco las manos como si retuviera algo, aunque no está seguro del qué— Pero... Me agrada pasar tiempo contigo —suelta, mirándole también de reojo, a lo que ella desvía la mirada al cielo de inmediato. Él lo nota, más finge que no—. Supongo que puede ser por eso.

—Te he estado haciendo comer tierra la última hora —le recuerda Cam, intentando que sus palabras no le afecten.

Y es que, por más tonto, ridículo, e incluso cursi que suene, cada vez que el muchacho hace algún comentario positivo sobre la relación que tienen actualmente —que le agrada cómo es, que se divierte a su lado, o que simplemente se siente cómodo en su presencia—, hace que la versión pequeña de ella misma que a estado viviendo oculta en su ser durante los últimos doce años, salte de felicidad al saber que lo está haciendo bien.

Natura: Et Animam MeamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora