Capítulo 1: Villa La Angostura

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«Esconder:

1. Encubrir (ocultar).

2. Retirar a alguien o algo a lugar o sitio secreto.

3. Incluir y contener en sí algo que no es manifiesto a todos».

―RAE

Marzo

Ima

Todas las noches, por la madrugada, cruzaba el pasillo que separaba mi habitación de la de mi madre para dormir entre sus brazos. Ese día no fue una excepción, por lo que me encontraba en su cama cuando un estruendo me despertó. Más ruidos extraños se escucharon, provenientes de la planta baja. Extendí mi brazo izquierdo buscando el contacto de su cuerpo, pero no hallé nada. Me senté y recorrí la habitación con la mirada. La vi parada, con la oreja pegada a la puerta, sosteniendo algo entre sus manos, aunque la oscuridad reinante no me permitió ver qué era.

¿Mami, qué sucede? pregunté en un susurro―. Tengo miedo ―dije unos segundos después ante la ausencia de respuesta. 

Ella colocó lo que sostenía en la cintura del pantalón de su pijama y, cubriéndolo con su camisa, caminó hacia mí. Cuando estuvo a mi lado, me dijo al oído:

―Conejita, todo va a estar bien. Escóndete debajo de la cama, y por nada del mundo se te ocurra moverte. Depositó un beso en mi mejilla y volvió a apostarse contra la puerta.

Hice lo que me pidió. Salté de la cama, lo más ágilmente que mis pequeñas piernitas me lo permitieron, me tiré boca abajo y me arrastré como oruga por la alfombra hasta quedar oculta. Podía escuchar mi respiración agitada y mi corazón desbocado latiendo en mi pecho. Estaba asustada. No entendía qué pasaba, solo podía pensar en que no quería perder a mami. Ella era todo lo que tenía. Ni hermanitos ni papito ni abuelitos, solo ella y yo, «contra el mundo», como solía decirme.

Alguien estaba subiendo por las escaleras y los pasos se oían cada vez más cercanos. Tras unos segundos, que parecieron una eternidad, la puerta se abrió de golpe.

El haz de luz que se coló proveniente del pasillo, me permitió ver, desde mi escondite, unas botas avanzando rápidamente hacia los pies descalzos de mamá.

¿Dónde está?dijo una voz grave y exigente. Su acento era extraño, no pronunciaba bien las palabras, cantaba cada sílaba―. No retrases lo inevitable, Haru. Para mi asombro, él desconocido sabía el nombre de mi madre.

Nno, nno, notartamudeó mamita.

«¿Estaba llorando?».

Podía sentir angustia en su voz.

Hagamos esto por las buenas, no quiero usar la fuerza ni recurrir a otros medios más... como decirlo... efusivos. ¡Me la llevo conmigo! ¡Dámela! ―exigió en un grito y avanzó, rápidamente, empujándola.

Ella cayó, golpeando su espalda contra el suelo; el aire abandonó sus pulmones en una sonora exhalación.

Ni un paso más o no respondo de mí... Escuché a mami decir con dificultad por la caída, aunque había certeza en sus palabras.

―¡Haru, baja eso! ¡Por favor, no cometas una locura! El hombre sonaba amable, como queriendo llegar a un acuerdo. Pero todo no era más que una vil artimaña porque, en tan solo unos instantes, acometió hacia ella y...

Escondida © [Completa +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora