Capítulo 4: Fuerza Natural

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Marzo

Desconocido

Embarco primero, esa es una de las ventajas de ser pasajero de primera clase. No hay que esperar para absolutamente nada.

La azafata me acompaña a mi asiento. Me acomodo, y siento que me observa fijo. Levanto la vista para ver qué le sucede, y cuando nuestros ojos hacen contacto, me sonríe con descaro, guiñándome un ojo. Ni me inmuto. Todo lo que recibe es mi mirada de hielo, y se aleja, evidentemente, afectada por mi falta de interés.

Sin perder ni un solo segundo, tomo mi móvil, busco el contacto agendado como «AAAF» y le escribo un mensaje.

Yo: Por despegar. Todo en orden y listo para mover las fichas.

07:00 a. m.

AAAF: La apuesta es a todo o nada. No lo olvides.

07:02 a. m.

Lo dejo en visto. ¿Qué puedo contestar? Fue más que claro en nuestra última conversación: «No se admiten fallas».

Coloco el dispositivo en modo avión, y lo guardo en el bolsillo delantero de mis pantalones.

Apoyo mi cabeza en el respaldo, tratando de respirar profundo varias veces para relajarme. Hay una cantidad increíble de cosas que pueden salir mal, y no me lo puedo permitir, simplemente no puedo cagarla. Definitivamente, no debo hacerlo porque pongo en juego mi vida.

Después de estar sentado, lo que parecen siglos, aparece «ella», atravesando el pasillo en dirección a la clase turista. Reparo en su espectacular figura y siento que el aire se me atasca en la garganta. Pasa por mi lado, sin percatarse de mi existencia. No podría ser de otro modo, si al parecer vive en su propio mundo.

Maldigo al universo. Sin dudas, hoy estoy más enojado que de costumbre con la suerte que me toca.

Lo peor de toda esta situación es que está clarísimo que ni se entera del efecto que tiene en el resto de la humanidad. Digo «humanidad», porque impacta a mujeres y a hombres por igual. Es admirada, envidiada, odiada, deseada e idolatrada por todos. Nadie que se atraviese por su camino queda indemne. Es como un ángel, con el cuerpo de un demonio, que puede arrasar con el mundo entero si le da la gana, pero simplemente «ella» no quiere.

«¿Por qué tiene que ser tan condenadamente espectacular?», pienso.

Desde la primera vez que la vi tuve mis sospechas, pero hoy lo sé. Cuando nos crucemos, se va a desatar la Tercera Guerra Mundial porque yo voy a formar parte de su ruina, de eso no hay una pizca de duda. Esto no es una cuestión de probabilidades, esto es al cien por ciento; su mundo va a ser destruido, pero «ella» también va a acabar con el mío.

Escondida © [Completa +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora