«Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad.»
―Sir Arthur Conan Doyle.
Julio
Ima
Carolina está hecha una bola de energía. La excitación que tiene porque el festival de música electrónica, más grande del planeta, aterrizó en la Costanera Sur de la ciudad, se hace más que evidente. No para de hablar ni un segundo.
Yo también estoy nerviosa, pero por una razón diferente. Voy a ver a Rafael De Luca, otra vez. Y no sé cuánto pueda controlarme cuando lo tenga cerca.
―¿Por qué estamos esperando en la calle? ―pregunto con los dientes castañeando y el cuerpo tiritando―. Me muero de frío.
―¡Porque así lo quiero yo! ―responde cortante Carolina―. En lugar de quejarte, tendrías que estar agradecida. ―Mi amiga tiene una cara muy dura, habla con un fastidio tal que hace pensar que la que le trastoca la vida soy yo, y no al revés.
―Ah, ¿sí? No me digas. ―Le lanzo una mirada cargada de odio―. ¿Qué debería agradecerle primero a la señora: el estar semidesnuda y congelada o maquillada como para abrir el Carnaval de Río? ―inquiero con sarcasmo.
Para Carolina, yo soy su muñeca Barbie en tamaño real, a la que puede peinar y vestir a su antojo. Siempre cedo ante sus caprichos porque es lo más fácil. Más fácil que discutir, seguro. Lo que llevo puesto ―una falda roja ultra corta, unas medias de red que me quedan por encima de las rodillas, un top plateado que por lo minúsculo más que top es un souttien, y una chaqueta de cuero encima que no tapa ni abriga―, es ridículo. Aunque lo peor de todo, es el maquillaje al estilo «Coachella». Me pegó piedrecitas de strass por todo el lado izquierdo de mi rostro. En definitiva, el resultado siempre es el mismo: cada vez que salgo con mi amiga termino viéndome como una fulana.
―Deberías agradecerme por eso que viene allí ―me explica portando una inmensa sonrisa, apuntando con su índice derecho al vehículo que acaba de doblar por la esquina―. Cuando tengan hijas, a la más hermosa tienen que llamarla «Carolina» o realmente me voy a enojar muchísimo.
El coche negro se detiene frente a ambas.
―¿Qué idioteces dices? ¿Cómo voy a saber cuál es la más linda? A los bebés se los nombra cuando tienen pocos días de vida ―farfullo con los ojos clavados en el conductor del vehículo―. Además, para las madres todos sus hijos son igualmente bellos. ―O eso es lo que la mayoría de las mujeres dicen.
―No niegas que en un futuro tengan hijos juntos. Bien. ―Me dedica una sonrisa digna de un comercial de pasta de dientes―. Eso es una señal de que comienzas a aceptar lo inevitable; lo de Rafael y tú, sucederá. Solo es cuestión de tiempo ―comenta con suficiencia mientras pega brinquitos como un conejo. Se me abalanza para abrazarme ante las miradas del conductor y su copiloto, que aguardan pacientes a que nos dignemos a saludarlos―. Te contaré un secretito... ―comienza a decir en mi oído―. Todas las madres tienen un favorito y, aunque todos tus hijos con él van a ser de lo más increíble que pueda existir en el universo, tú también lo tendrás. ―Me guiña un ojo y se encamina hacia el automóvil.
Yo la sigo insegura, todavía inquieta por el efecto que provocaron sus palabras en mi cuerpo. Mi amiga no tiene ni un atisbo de duda. Para ella, Rafael y yo somos almas gemelas.
―Señoritas, ¿qué tal? ―saluda Rafael cuando nos acercamos al coche. Me repasa de arriba abajo con descaro.
Los gritos descontrolados de mi amiga me impiden saludar de vuelta.
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Escondida © [Completa +18]
RomanceSu llegada a la gran ciudad pondrá en marcha el plan que amenaza con destruir su vida. EN EDICIÓN. Si desean acceder a la nueva versión mejorada reinicien la aplicación o actualicen la historia en su biblioteca. Obra registrada en Safe Creative:...