Julio
Ima
Me besa hasta dejarme sin aliento. Una vez que parece saciado, se separa de mi boca y me observa detenidamente.
―Mmmmm... ―dice luego de saborearme―. Qué bien sabe tu boca ―susurra en mi oído―. No importa cuánto te bese, nunca obtengo suficiente de ti.
Sus labios bajan hasta mi cuello y se posan, delicadamente, por encima de la clavícula para luego ascender hasta mi yugular y chupar fuerte en ese lugar donde se siente el pulso.
No me preocupa si me marca. En este preciso instante, soy un amasijo de piel, músculos y huesos desesperados porque me posea. Solo puedo gemir y jadear como una desahuciada que ruega por una cura mágica para el mal que le aqueja.
―Chissss ―susurra a modo de advertencia a la vez que posa su índice derecho sobre mis labios. Me hace sentir como un cachorro indisciplinado que debe ser educado―. Nos pueden escuchar y ¿no queremos eso, verdad?
Niego con la cabeza.
―Lo suponía. ¿Podrás estarte calladita?
―Hmmm..., sí ―digo no muy convencida. Realmente, no sé si podré soportar en silencio.
―¿En dónde estábamos? Ah, sí... ―Acerca sus labios a mi cuello―. Por aquí ―murmura sobre mi sensible piel. Y vuelve a ponerse manos a la obra.
Inicia un camino descendente, lento y por demás tortuoso, hacia mi escote. Cuando alcanza su objetivo empuja hacia abajo, con su boca, el top para dejar al descubierto la copa derecha de mi sujetador.
Me felicito mentalmente por haber escogido un hermoso conjunto de lencería y de encaje transparente esta mañana, y no uno de los viejos roídos de algodón que suelo usar a diario.
―¡Por Dios, Ima! ―habla verdaderamente azorado, expulsa el aire de sus pulmones con una sonora exhalación―. Casi puedo verlo todo...
―Lo juro. No lo hice con intensión de provocarte...
―Eso es imposible, Ladrona. Tú no puedes evitarlo... Me provocas con solo existir.
Por encima de la tela, atrapa mi pezón con la boca y lo atormenta con suaves caricias de su lengua.
No se detiene por mucho tiempo en el sitio, continúa el descenso por mi cuerpo, besando cuanto encuentra y robándome el aliento con cada rose, con cada contacto de sus manos y sus labios que veneran mi cuerpo.
Sigue con su tormento hasta quedar de rodillas frente a mí, con su cabeza a la altura de mi ombligo.
Después de pedir permiso con la mirada, y tras un asentimiento enérgico de mi parte, toma el bajo de mi falda tubo negra y la sube por encima de mi cadera.
―Hola ―saluda al vértice entre mis piernas. Deposita un casto beso en mi monte de venus que hace que me remueva impaciente―. Al fin nos conocemos.
―Rafael... ―musito.
―¿Qué sucede, Ladrona? Soy un hombre con modales. Necesito presentarme antes de que pase algo entre ella y yo.
Por su ocurrente respuesta, una sonrisa tonta se dibuja en mi rostro.
―Estás loco... ―Mis mejillas se sonrojan por la intimidad de las circunstancias. Nunca hice con Alex lo que estamos a punto de hacer, y me es inevitable sentirme avergonzada.
―No voy a contradecirte ―dice posando sus ojos en los míos. Me observa con una expresión de fingida inocencia en su rostro, para acto seguido, pasear su mirada por mi escueta ropa interior y dirigirse a ella―: Tú, eres muy hermosa..., pero estás en mi camino. ¡Fuera!
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Escondida © [Completa +18]
RomanceSu llegada a la gran ciudad pondrá en marcha el plan que amenaza con destruir su vida. EN EDICIÓN. Si desean acceder a la nueva versión mejorada reinicien la aplicación o actualicen la historia en su biblioteca. Obra registrada en Safe Creative:...