Junio
Ima
Estamos en el baño de la universidad.
Carolina me ha traído opciones de vestuario para usar en mi primer día de trabajo. Algunas de sus elecciones son demasiado exageradas, como siempre. No puedo ir a la oficina vestida como una cualquiera, pero mi amiga parece no poder comprenderlo.
Las chicas, que entran y salen del baño, nos observan extrañadas. Incluso algunas se ríen de nuestro paso de comedia.
―No, no... Caro, eso no quiero. ―Señalo el corto vestido beige de mangas largas que sostiene con su mano derecha.
―Okey. ¿Qué tal esto?
El look que elaboró mi amiga, en unos segundos, está inspirado en la elegancia parisina. El atuendo consta de: un pantalón negro, una camisa blanca clásica, botines negros con tacón aguja, un pañuelo rojo para el cuello y un abrigo de paño azul.
―De todos, es el más... recatado.
―Entonces, no se hable más. Este es el elegido. ¡Vamos, pruébatelo! ―demanda mi amiga entusiasmada.
Recojo la ropa y me dirijo a uno de los cubículos para cambiarme al resguardo de los ojos curiosos.
―¡También traje una boina roja! ―informa, a los gritos.
―¡No, gracias! ―me rehúso―. ¡No quiero quitarme el moño, así estaré más cómoda!
Ponerme esa cosa en la cabeza es inaceptable. Lo considero, por demás, excesivo.
―Uf, que aburrida eres, amiguis. Es un trabajo de oficina, no carga y descarga de materiales de construcción. Tranquilamente, podrías llevar esa hermosa cabellera suelta e indómita.
No respondo. Mi atención está enfocada en vestir mi cuerpo sin magullarme.
―¿Rafael va a ser tu jefe, no? Imagino que querrás verte atractiva... Ya sabes, por si te pide que te quedes para hacerle unas horas extras...
El domingo posterior al cumpleaños de Alejo, Caro me sometió a un interrogatorio digno de un agente de la KGB. Ahora, ella sabe casi todo lo que sucedió con Rafael. Resistí el tormento con entereza y pude conservar ciertos detalles privados para mí.
―¡Caro, basta! Me pones nerviosa. No tendré nada con él.
Mi amiga tose, falsa y escandalosamente, cuando esas palabras salen de mi boca. También creo escuchar un «mentirosa» que se desliza de sus labios.
―De acuerdo, me corrijo. No tendré nada más con él. Por favor, deja de hablarme del sujeto ese. Esto es importante para mí, no me lo arruines. Es mi primer empleo verdadero. Trabajar en el negocio de tu madre, a la salida de la escuela, no cuenta.
Los pantalones me quedan cortos pero la camisa se ajusta correctamente a mis curvas. Anudo, como puedo, el pañuelo en mi cuello y coloco el lazo hacia un lado.
Me golpeo con el retrete y la puerta varias veces al ponerme las botas.
Una vez lista, abro la puerta del cubículo para que mi amiga me dé su opinión.
―¿Y? ¿Te gusta cómo me queda? ―pregunto yendo a su encuentro.
Giro trecientos sesenta grados en el lugar para que pueda verme desde diferentes ángulos.
―¡Vas arrasar amiga! Rafael se va a enamorar de ti con ese atuendo ―comenta al tiempo que me tiende el abrigo para que me lo ponga.
Bufo y le arranco el abrigo de las manos de mala gana. Me lo coloco rápidamente y abrocho algunos botones. Luego, rebusco en mi neceser un labial rosa.
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Escondida © [Completa +18]
RomanceSu llegada a la gran ciudad pondrá en marcha el plan que amenaza con destruir su vida. EN EDICIÓN. Si desean acceder a la nueva versión mejorada reinicien la aplicación o actualicen la historia en su biblioteca. Obra registrada en Safe Creative:...