Epílogo: Hasta el fin del mundo.

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UN AÑO DESPUES

- Buenos días, Mi nombre es Marie Anne, ¿En que la puedo ayudar? - dije yo con mi voz servicial.

- Buenos días, quiero contratar un servicio completo, para mañana a las 19 hs. ¿Hay disponibilidad? - me dijo la señora que estaba al otro lado del teléfono.

- Permítame su nombre y ya le confirmo.

- Eva Cantero.

Mientras comprobaba nuestra disponibilidad, no pude evitar pensar que diferente que es mi vida a como siempre la había planeado. En solo dos años todo lo que había construido se fue por la cloaca, pero me hizo distinguir cual es mi verdadero ser.
Nunca fui una niña de bien, por más que lo intente yo, lo intentaron mis profesores, mis padres y prácticamente todo mi entorno; nunca logre estar a la altura de mi apellido.

Recuerdo como Natalia siempre me decía que vivía dentro de un cliché rosa pastel y pensar que solo estaba allí dentro porque adormecía a la fiera que tenía adentro. A la Marie Ann rebelde, libre; la Marie que vive solo para ella. Hoy estoy feliz de decir que vivo solo para mí.

A veces pienso en el año que paso, luego del accidente, por más de 3 meses espere que Matt llegara arrepentido y que me pidiera perdón de rodillas. Muchas veces me imagine la típica escena de esas películas románticas pedorras, donde la chica se está por ir a ser exitosa al otro lado del mundo y el chico de sus sueños, del que está enamorada, se da cuenta en ese preciso momento que la ama y la va a buscar (él y una serenata de mariachis, que no sabemos cómo los consiguió tan rápido); cuando ella está a punto de entrar al avión, lo ve, los mariachis comienzan a cantar. De los ojos de la chica comienzan a brotar un montón de lágrimas y corre hacia él, con los brazos extendidos, dejando de lado sus verdaderos sueños.

Nunca paso, nunca se disculpó. Ni siquiera atendió mis llamadas, porque no les voy a mentir, lo llame, varias veces, algunas totalmente consiente y otras en un estado de ebriedad importante. Le deje miles de correos de voz, algunos cantándole las mil y cuarenta y otros simplemente llorando y pidiéndole que vuela. Pero nunca volvió y yo nunca volví a creer en las películas de amor.

Llegue a estar en la puerta de embarque del aeropuerto unos cuantos meses atrás, resignada a que mi historia romántica no iba a suceder, nadie iba a aparecer corriendo por los pasillos del aeropuerto gritando mi nombre. La única que aprecio fue Natalia tarde como siempre con la pequeña Petuña (si le llamo Petuña a su hija, si me preguntan a mí me suena a pesuña, pero... ¿quién soy yo para juzgar?) A veces cuando veo a Nat y Petu (aun no decido un apodo digno), una parte de mí se estremece pensando que pude estar en su lugar; por suerte ya no siento culpa, solo estoy en paz con lo que sucedió.

- ¿Señorita, está usted ahí? - la clienta me saco de mi cascada de pensamientos, me suele pasar demasiado seguido, que me pierdo en ellos.

- ¡Si, disculpe señora Eva! , Tenemos hora para mañana a las 19:30, ¿Lo cargo a su habitación o prefiere abonarlo aquí mismo?

- Cárguelo a la 315.

- Excelente señora Eva, mañana le pedimos que este 15 minutos antes del comienzo de su masaje, traiga consigo la bata que tiene en su habitación y ropa de baño. La entenderá Javier.

- Muy amable - dijo ella y corto.

Por si no lo adivinaron aun, trabajo como recepcionista de un Spa de un hotel en Barcelona. Por primera vez en mi vida tengo un trabajo en el cual no soy nadie más que la recepcionista del turno de la tarde, nadie me conoce, no llamo la atención de nadie y lo mejor de todo, no tengo más responsabilidades que atender el teléfono y coordinar la agenda del Spa. Pan comido.

Un error para no olvidar. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora