Capitulo 21 - Intoxicadas

2.8K 118 5
                                    

El medico nos había indicado a las dos 4 días de licencia medica, al parecer habíamos comido algo en mal estado y eso nos había provocado una gastroenterocolitis.

Tengo que admitir que a Natalia le había pegado mucho peor que a mí, estaba destruida; Felipe por suerte se vino a instalar estos días aquí para hacer de enfermero.

El domingo en la tarde suena el timbre de nuestro hogar, Naty y yo estábamos en el sillón, con un té cada una y una frazada cubriéndonos. Cualquiera que nos viera pensaría que estamos a un paso de la decadencia absoluta.

Felipe se fue a fijar quien era, ya que no habíamos pedido nada. Habla por el interlocutor con la visita, a quien le dice que suba. Las dos lo miramos con curiosidad, el solo nos sonrió.

Mi corazón se aceleró al ver a Mat en el marco de mi puerta, llevaba un vaquero y una remera blanca, verlo allí me recordó a la noche que nos conocimos, me acuerdo que cuando abrí la puerta pensé que veía a un dios griego.

El camina dentro, totalmente confiado, este apartamento no lo conocía, antes de saludarnos a nosotras, examina nuestro recibidor, living y cocina. Se fija en cada detalle, los colores, los cuadros, la luz que entran por las ventas y claraboya.

- Me gusta más que el otro... va más contigo – me dice sin mirarme.

No respondí nada, era extraño estar frente a frente luego de las confecciones en la madrugada, es más yo juraba que él iba a ser de cuenta que todo lo que me dijo, nunca paso, pero verlo aquí, con lo que parece ser un pote de helado entre las manos, me hace tener ilusión de que tal vez si se la va a jugar.

El ambiente era extraño, denso, nadie hablaba, nadie se miraba. Por suerte mi mejor amiga Natalia es una genia para distender los ambientes asi que sonriendo le dijo:

- ¿Nos trajiste helado? TE AMO, ya no aguantaba más el arroz con jamón y el puré de manzana que nos da Felipe. ¡Es tortura!

- No es para ustedes, es para nosotros dos, ya que me imagino que no son pacientes fáciles. Nos merecemos un premio.

¿Significaba que se iba a quedar?, me ponía nerviosa la idea de estar tan deshecha frente a él. Siempre estoy al pie del cañón, pronta para una lucha verbal con él o una buena lucha de cuerpos en la cama, pero ahora no tenía fuerzas ni para tomar agua. No me gustaba estar así frente a él, era un grado de intimidad con el cual no me sentía cómoda aun.

- ¿Te vas a quedar a ayudarme Mat?

- Se lo difíciles que pueden llegar a ser estas dos, no te iba a dejar solo con este trabajito.

Escuchar eso fue todo lo que necesite para que mi estómago se revolucionara y me hiciera correr hasta el baño más cerca. Odiaba vomitar, cada vez que lo hacía lloraba y no era un par de lágrimas ¡NO!, era un llanto ahogado como si fuera un bebe. En ese momento estaba cuando entro Matthew al baño y se arrodillo a mi lado, mientras me acariciaba la espalda yo lloraba frente al wáter.

- Shh tranquila, ya pasa...

- No me gusta que me veas así...

- ¿Por qué?

- Me da vergüenza – dije yo mientras me levantaba y me acercaba a la bacha para lavarme los dientes.

- No debería – lo mire a través del espejo y levante una de mis cejas como diciendo ¿Por qué?, así que le me contesto – por todo lo que te dije ayer Marie, no eran palabras vacías, quiero estar contigo en las noches besando todo tu cuerpo, pero también quiero tomarte el pelo cuando estas hecha pedazos frente a wáter. Quiero las dos cosas Marie.

Un error para no olvidar. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora