Isabella está dispuesta a despedirse del amor que siente por su mejor amigo, todo sea por la felicidad de él; ha quedado claro que Harry no siente nada por ella y aunque ha pasado toda la vida dándole su corazón, pareciera que Isabella nunca será su...
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El reflejo que ven mis ojos cuando me coloco frente al espejo, me sorprende un poco.
Dejando mi cabello suelto y usando el maquillaje adecuado, intento guardar en mi memoria la imagen del cómo luzco con este lindo vestido azul. Mis manos palpan los pequeños detalles de la prenda y me permito admitir, que este día, amo mi reflejo.
Un pesado suspiro sale de mis labios y con lentas respiraciones, intento calmar el rápido latir de mi corazón.
Aún tengo unos minutos libres, así que, me dirijo a la cocina de mi departamento para poner a hervir la tetera y mientras espero, tomo asiento en uno de los taburetes que están alrededor de la isla.
Inundo el rostro entre mis manos tratando de asimilar que hoy es el día en que Harry se casa.
Después de temer por todo un año a que este momento llegara, ahora mismo ya no podía hacer nada, como todo ese tiempo, tenía que aceptarlo.
Hoy más que nunca.
El agua termina de hervirse y en una taza preparo un té de limón, sin embargo, el temblor de mis manos me imposibilita sujetar la taza, solo doy unas cuantos sorbos cuando me doy por vencida.
Necesitaba dejar de darle tantas vueltas al asunto.
Una vez que voy al baño a lavar mis dientes y hacer mis necesidades, compruebo que llevo todo lo necesario en mi pequeño bolso de mano: maquillaje para retocar mi rostro, las llaves del departamento y mi celular.
El teléfono suena en medio de este gran silencio y una vez que respondo, escucho la voz de Niall, quién me avisa que está afuera esperando por mí.
Tomando una última bocanada de aire, salgo de mi hogar y segundos más tarde, estoy caminando frente a mi amigo que me espera fuera de su automóvil. Es increíble lo bien que luce el chico usando ese traje azul.
— Apuesto lo que quieras a que serás la más guapa en ese lugar — es lo primero que dice en cuanto me ve
— ¿Más que la novia? — alzo una ceja
— ¡Pff! Obvio — dice con una gran sonrisa y me extiende sus brazos para que pueda acomodarme entre ellos
El calor que emana su cuerpo es reconfortante y agradezco en un susurro que nos mantenga así por varios minutos. Sé que hace esto para tratar de calmar mis nervios, para confirmarme que él está conmigo en un día tan complicado para mí.
— ¿Estás lista? — murmura
— No — admito y con una sonrisa triste, abre la puerta del copiloto para que pueda subir a su carro
Cuando se coloca a mi lado, no enciende el automóvil, solo nos quedamos en un profundo silencio con nuestras miradas pegadas al frente. Jugueteo con mis dedos, vuelvo a tocar mi vestido y con los ojos cerrados, asiento.
