CAPÍTULO 3: viejas amistades

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Lágrimas llenaron los ojos de Megara, cuando creía que todo estaba bien, que volvió a la normalidad.

Tenía un marido, una hija, una mejor amiga ...

¿Qué más podía pedir?

Pero todo se cayó con ese mensaje. 

Se sentó sobre la cama de su marido y empezó a llorar desconsoladamente.

José salía de trabajar a las 14:00, pero normalmente no aparecía hasta las 18:00 de la tarde, no respondía a las llamadas de su mujer y mucho menos respondía los mensajes.

Alba estaba aquel día con su tía Annya, por lo que llegaría tarde a casa.

La tía Annya no vivía lejos de si hermana y su sobrina, tan solo un par de calles más a delante.

Sorprendentemente José llegó a la hora adecuada. 14:30, nada mal para venir de el.

Megara decidió enfretarlo.

-¡Ya estoy en casa! - gritó desde abajo su marido.

Megara cogió el teléfono, con cara enfadada y lista para todo.

-¿Megara? - preguntó su marido- ¿estás ahí?

La mujer de pelo rubio corto, dejó el móvil donde estaba. Arrepentida de lo que iba a hacer.

Se secó las lágrimas y bajó con su marido. Este venía contentillo.

Los días pasaron muy lentos para Megara, ella hacía como si no pasara nada. Claro que pasaba pero ella se limitó a cuidar de su pequeño ángel de pelo negro y ojo miel.

Eran las 7:00 am. 

José y Megara conducían en la misma furgoneta. Megara llevaba a su marido a el aparcamiento donde este tenía su propia furgoneta. 

Pero antes, dejaban a la pequeña Alba en casa de la tía Annya.

Megara vestía a su hija para llevarla a casa de su hermana. 

José apareció por el umbral de la puerta, cabreadísimo, enfadado, parecía un monstruo.

Alba se limitaba a jugar con el velcro de sus deportes.

-¡TÚ! - gritó José entrando a la habitación.

Megara dio un brinco en la orilla de la cama, asustada, se puso se inmediatamente de pie; mirando a los ojos a su marido, estos desprendían rabia, furia. 

-¿Qué te pasa querido ...? - Mega respondió con miedo, miedo a recibir algún golpe, algún tipo de maltrato.

-¿¡QUÉ QUE ME PASA,?! ¡TÚ DEBERÍAS SABERLO PERFECTAMENTE!.

-No se ... no se de que me hablas ...

José le mostró su teléfono a su mujer, en la pantalla estaba el chat de la dueña de aquel dichoso bar. Pero esta vez, estaba vacío, no había ninguna conversación.

-¿Qué pasa ...? - insistió Megara.

-¡TU HA BORRADO LA CONVERSACIÓN VERDAD! - José empujó a Megara a la cama. 

-No ...- contestó Megara levantándose de nuevo.

Hubo un pequeño forcejeo entre aquel matrimonio, que desgraciadamente eran mis padres. 

-¿Sabes qué? Hablaremos de esto a medio día ... Prepárate, reza por salir viva después ...

Alba a penas entendía nada en aquella pelea, si, tenía seis o cinco años, pero aún no comprendía eso de la infidelidad.

QUERIDA NIÑA INMADURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora