XVIII. La lista

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Dedicación a: @brendakrivas

Recomendación del día: La autora que acabo de nombrar allá arriba es muy talentosa, por lo que no dudaría en recomendar todas sus obras, pero la que actualmente me tiene halándome los cabellos y muy anciosa por la próxima actualiazción es: Robin Death. Es una de las cosas más desquiciadas y maravillosas que he leído, totalmente recomendada.




Mi castigo consistía en una tediosa lista de prohibiciones como: no ordenador (no series), no salidas con amigos, no visitas y uso supervisado del celular durante dos largas y tortuosas semanas. Mi madre era muy estricta en cuanto a mis estudios trataba y le había molestado de sobremanera que le hubiese ocultado que reprobé aquel examen, que terminó por hallar hecho una bola entre el pequeño desorden de mi habitación, mientras yo tomaba una siesta esa misma tarde. Creía que esta vez había exagerado en el castigo, pero pobre de mí si me atrevía a reprochárselo.

Si muy bien las palabras "no salidas" estaban entre la lista previamente nombrada, no significaba que podía darme el lujo de evadir ciertas responsabilidades como hacer las compras del hogar mientras mamá no estaba y vigilar a las niñas en nuestra corta estadía en el parque. Esta última era una condición bastante contradictoria, mientras cumplía con mi trabajo de medio tiempo, también podía divertirme gracias a la compañía de la dama que estaba sentada a mi lado, Harriet. Ella podría ser mi abuela, pero nuestra relación iba más allá de eso, porque ni en un millón de años le contaría a mi propia abuela sobre mi vida en el instituto —sin mencionar que esta se quedaría dormida antes de llegar a la mitad del relato—. Era increíble la confianza que nos teníamos la una a la otra, podíamos hablar de cualquier cosa, aunque había sus pequeñas excepciones...

Tal vez debía sentirme patética porque ahora una anciana formaba parte de mi escaso grupo de amigos, pero, al diablo. Mientras fueran verdaderos amigos, yo estaba bien con ello.

El celular vibró en mis manos y miré en la pantalla uno de esos adorables monitos de Whatsapp. Nicole los utilizaba cuando estaba contenta, y por lo que acaba de contarme, estaba verdaderamente radiante. Su tía abuela Sue mejoraba con creces, y poco a poco volvía a ser la misma vieja huraña de siempre, además que finalmente había aceptado reunirse con su abogado en privado para la realización de su testamento, lo que tenía a todos en la familia ansiosos. A Nicole parecía importarle muy poco eso, tenía otras cosas en la cabeza y aunque ella no lo hubiese mencionado, estaba segura de que el enmascarado era una de ellas. Por ese motivo decidí seguir con el trabajo de investigación por mi cuenta, realizando una lista de los posibles sospechosos.

Les eché un nuevo vistazo a las niñas y proseguí a guardar el celular en el bolsillo de mi pantalón. Tomé la libreta y el lápiz que había dejado a un lado, y posé la mirada sobre la columna de nombres. Más de la mitad estaban tachados. Descarté a Jones y a Young por simple lógica, seguido de Derek, al recordar el comentario que me hizo sobre lo que estuvo haciendo esa noche. Luego Parker que según había oído, sus padres lo habían castigado hasta la graduación al descubrir la obra abstracta que ahora representaban las paredes del interior de su hogar. Eric Hayes "el payado de la clase" y Austin Sharp, estuvieron allí esa noche; yo había alcanzado a reconocer ambos rostros entre la multitud. Jonathan Howe también había asistido, y se había embriagado muy pronto según las fotos que habían publicado en Facebook. De esa manera había logrado disminuir la lista rápidamente, quedándome con tan solo seis nombres, por lo que ya no podía continuar evadiendo ir a hablarles directamente.

Dejé escapar un suspiro.

—¿Cómo va la lista, cariño? —preguntó Harriett a mi lado.

—Bien, ya solo quedan un par de nombres —respondí.

Conduciéndome a la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora