II. Los exiliados

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N/A: En los siguientes capítulos iré adhiriendo fotos de los personajes relevantes. Comenzaré por los chicos, pues todavía estoy seleccioando las fotos de las chicas. En multimedia les he dejado una fotografía de alguien similar a quien imagino como Jones. O, diganme, ¿ustedes prefieren imaginarse los personajes por su cuenta?

Nicole y yo nos apeamos del auto de su mamá, y la señora Lowell se despidió dando un cornetazo después de haber comenzado avanzar. Las dos nos dimos la vuelta, y contemplamos la entrada de nuestra “amada” escuela. Pronto nos unimos al transito que circulaba por ella. Pensé que después de lo que sucedió ayer, hoy sería el centro de atención de las miradas. Por eso me sentí agradecida cuando Nicole y su madre pasaron a recogerme esta mañana.

Colgué la mochila en mi hombro, y eché un vistazo en el espejo ubicado en la pared de al lado, diagonal a la puerta principal. Lucía desarreglada, la apariencia que tenía alguien que llegaría tarde. Giré el picaporte de la puerta, y por más prisa que tuviera, me detuve a contemplar el exterior…

Sonreí como una tonta.

—20 minutos para las ocho —recitó Nicole observando un reloj imaginario en su muñeca. Su mirada subió, y se encontró con la mía—. Sube, llegarás tarde. —Me dijo, señalando el auto de su madre a sus espaldas.

Corrí como una cría hacía el auto, y nos sentamos juntas en el asiento de atrás.

Temí que la señora Lowell estuviese enojada por la espera, pero esa idea desapareció de mi cabeza, cuando ella ajustó el retrovisor y la vi sonreírme por medio de él.

Por ahora, todo normal.

Caminamos hacía nuestros casilleros, que convenientemente estaban juntos, después de negociar por el de Nicole el año pasado. El antiguo dueño nos pidió a cambio hacer una maqueta del modelo atómico de Rutherford, la cual hicimos, pero terminó por sacarnos canas verdes. Abrimos los casilleros, y descargamos todas las cosas dentro nuestras mochilas en ellos, sólo dejando los libros de nuestra próxima clase —casualmente, la clase de química—. Contemplé la poca gracia que tenía mi casillero por dentro, y me dije a mí misma que debería decorarlo, tal cual hizo Nicole con el suyo, lleno de fotos instantáneas y objetos simbólicos.

Un siseó llamó mi atención, y miré en dirección a Nicole, quien con su mirada me indicaba que observara algo detrás de mí.

Me volteé de manera discreta, y enseguida me arrepentí, cuando la mirada de Danny Young y la mía se encontraron. Allí estaba de nuevo esa sonrisa irritante en sus labios. Como si no fuera suficiente con que él se acabara de detener, sus amigos también se detuvieron cuando se percataron.

—Buenos días, chicas  —dijo tranquilamente. Travis y Jones también nos saludaron, mientras sus otros acompañantes, dos chicas y un chico, se nos quedaron viendo con falsas sonrisas.

Sentí un codazo en mis cotillas, y sacudí la mano de la forma más mecanizada posible, para que se notara que estaba siendo obligada a saludar. Nicole imitó mi gesto, pero de una manera más natural.

Retomaron la marcha, y observé sus espaldas hasta que se perdieron en la multitud de alumnos.

Me llevé las manos a un costado.

—¡Auch! —me quejé notoriamente con la libertad de no poder ser oída por otros fulanos—. ¿Sabes el enorme moretón que me saldrá después de eso?

—Patrañas —me respondió Nicole—. Es una lástima que necesites pequeños empujones para socializar con la gente en onda. Pero como siempre, me tienes a mí. Aquí.

Conduciéndome a la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora