Capítulo 12

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  —El dueño de Ebisu —dije bajito y el hombre asintió sin ninguna emoción

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  —El dueño de Ebisu —dije bajito y el hombre asintió sin ninguna emoción. Miré que los dos ejemplares estaban echados en el heno y dormían acurrucados—. Al parecer están durmiendo.

—No es necesario que los despiertes. No he venido por él.

—¿No? Pero, ¿acaso planea dejarlo aquí? A todo esto... ¿cómo nos encontró?

—He seguido tu presencia.

—¿Mi presencia?

—Tienes una presencia un tanto singular. La seguí y llegué aquí.

—Oh, eso...

Guardé silencio y nos mantuvimos como dos estatuas, el hombre no sabía qué decir y yo menos. Así que él terminó sentado frente a mí y siguió observándome curioso.

—¿Cuál es su nombre? ¿Puedo saberlo?

—Mi nombre es Nash.

—Nash... qué lindo nombre.

—¿Cuál es el tuyo?

—Oh, me llamo Kaydenn.

Sonreí y entonces él pareció hallar alguna clase de iluminación celestial y divina. Sus ojos brillaron tanto que me sorprendí a mí mismo admirando su belleza.

—Kaydenn —Nash susurró mi nombre y sentí un escalofrío. Su mano rozó la mía y por unos instantes me congelé, mi corazón latió tan rápido que el rubor en mi rostro me acaloró a pesar de estar a una baja temperatura y miré que la calefacción no estaba tan elevada—. Por alguna razón, me resultas muy familiar.

—Eso... lo comenté en el bosque, ¿no lo recuerda?

—También sé que no te conozco en lo absoluto.

Asentí estando de acuerdo con él. No nos conocíamos, pero ambos teníamos esa sensación de habernos visto alguna vez.

—Nash...

Nash me observó apenas y pronuncié su nombre, ese pequeño roce se aventuró un poco más y observé ansioso a dónde iría su mano. Terminó en mi mejilla y cerré mis ojos cuando su pulgar acarició mis labios y cuando me atreví a mirarlo una vez más, sus ojos ya no eran los mismos.

Eran tan intensos que me absorbieron por completo y quise decir algo. Unos recuerdos se filtraron y sujeté su mano antes de bajarla y sentir que mi cabeza explotaría.

Mi cuerpo temblaba, mi corazón latía frenéticamente y tenía un nudo en la garganta. Era una sensación que jamás había conocido ni sentido... incluso tenía muchas ganas de llorar y de abrazarlo. Por alguna razón deseaba decir tres palabras que comenzaban a sembrar confusión y caos en mi corazón y las ahogué en lo más profundo de mi ser.

«He vuelto, Nash»

Había algo... un muro entre mis recuerdos y yo. No, no era un muro...

¿Qué era lo que me impedía recordar?

El destino y la muerte - Alma InmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora