Una semana...
Había pasado una semana desde que había visto a Nash por última vez.
Desde aquella noche en la que le corrí de mi cuarto no lo volví a ver, ni a él, ni a Jay, y eso me hacía preguntarme cada que podía si me había abandonado, tal vez se había cansado de mí, tal vez... había encontrado un nuevo banco de sangre y ahora yo ya no le servía...
Pensar en eso me hizo sentir aún más miserable, me sentía un juguete viejo que había sido reemplazado por uno nuevo, aunque no sabía si al fin de cuentas, Nash se había conseguido un nuevo juguete, estaba mal sacar conclusiones por mí mismo pero no sabía qué otra cosa pensar, si no pensaba en Nash, pensaba en mi madre, en lo molesta que debe de estar por no darle la atención que un difunto requiere...
¿De verdad era humano?
Me importaba saber en dónde estaba Nash que mi difunta madre.
—No sirve de nada, estoy delirando...
Eran las cinco de la tarde cuando salí de la casa, Jean estaba junto a Bass durmiendo en la sala y miré a Jimmy, el cachorro me miraba esperando a que diese el primer paso. Durante toda la semana, de lunes a viernes, Bass había estado muy al pendiente de mí, me miraba como si tratase de descubrir algo, Jean hablaba con él de algo por las noches a escondidas y una vez, el jueves para ser exactos, ambos habían dicho que era ahora o nunca, que debíamos irnos ahora que "podíamos" y no regresar jamás, yo no me quería ir, quería esperar a Nash, estaba seguro de que regresaría... debía aferrarme a su miedo por perderme, si no regresaba pronto, realmente me perdería... ¿o yo lo perdería a él?
El sol poco a poco se ocultaba entre las montañas, estaba aburrido y quería por lo menos hacer algo así que le había pedido un libro prestado a Bass, quería leerlo pero no me podía concentrar en nada, leía por encima y cuando realmente lo hacía no entendía nada, así que debía regresarme a las anteriores páginas y era una lata tener que hacerlo, así que lo dejé al segundo día, cuando había leído treinta páginas y de esas treinta sólo leí dos palabras. Era inútil, realmente lo era...
Llegué al arroyo y metí los pies al agua, Jimmy corrió hacia la corriente y se mojó todo antes de comenzar a jugar, metía sus patas delanteras y daba saltos emocionado, lo miré sonriendo y el cachorro llegó hacia mí, todo mojado y con el característico olor que emitían los perros al mojarse; olía a perro mojado...
—Lindo, muy lindo.
Salté del susto cuando aquella gélida y suave voz resonó en mi oído, ¿cuándo había llegado?
—¿Rei?
No era Jay, tampoco Nash. Pero ése vampiro los conocía, no había hablado mucho con él, pero no me daba buena espina estar solo con él, un perrito híbrido no iba a servir mucho si decidía hacer algo.
—Te vez mejor que la última vez —comentó burlón—, más deprimido y a punto de cortar tus venas.
—¿Qué... dices?
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El destino y la muerte - Alma Inmortal
Vampiros"Pequeño Ángel, si te hago sufrir una vida, ¿podrías perdonarme?"