Capítulo14
El rostro malhumorado de la conciencia acarició el mío y, al despertarme, reparé en un gran peso atravesado en mi cintura y en el hecho de que estaba inusualmente caliente. Me di cuenta de que era el calor lo que me había despertado. Si tenía que hacer caso de la pesadez de mis párpados y su reticencia a abrirse, era demasiado temprano para levantarme y probablemente debería volver a dormirme.
Pero ese peso atravesado en mi cintura me resultaba familiar.
Me obligué a abrir los ojos y miré el pecho desnudo que tenía a unos centímetros de mi cara.
Vale, ¿qué?
¡Despierta! Mis ojos somnolientos e irritados recorrieron ese pecho hasta la cara, y la realidad se abrió paso de forma lenta pero segura. JongIn estaba en mi cama.
Otra vez.
Tardé un momento... recordando que había llegado la noche anterior y lo había encontrado dormido en el sofá. Había hablado con Luhan, me había dado una ducha y luego me fui a la cama a dormir.
Estaba claro que, en algún momento de la noche, JongIn se había metido en mi cama.
Ese no era el trato.
Soltando un resoplido de enfado, lo empujé en el pecho con todas mis fuerzas. Y cuando digo con todas mis fuerzas quiero decir que lo tiré de la cama.
Su corpachón impactó en el suelo con un ruido sordo y que sonó doloroso. Me incliné para ver que abría los ojos, empañados y confundidos por el hecho de que me estaba mirando desde su posición tumbado en el suelo. ¿He mencionado que estaba completamente desnudo?
—Joder, KyungSoo —se quejó, con la voz áspera por el sueño—. ¿Qué demonios ha sido eso?
Le sonreí desde arriba. —Era mi forma de recordarte que era solo sexo. Se incorporó apoyándose en los codos. Tenía el pelo desordenado y expresión beligerante, y un aspecto tremendamente sexy.
— ¿Así que has pensado que podías tirarme de tu cama?
—Con estilo. —Asentí, sonriendo con dulzura.
JongIn asintió lentamente como si aceptara que tenía razón. —Vale... —Suspiró.
Y entonces estrangulé un chillido de miedo cuando se levantó y me agarró por los brazos con manos fuertes para arrastrarme al suelo con él. — ¡JongIn! —grité, cuando me tumbó de espaldas. Y entonces vino lo peor.
Empezó a hacerme cosquillas.
Pegue un chillido para nada varonil, retorciéndome y riendo mientras intentaba eludir su ataque.
— ¡Para! Su sonrisa era perversa y decidida, y él era rápido y fuerte para esquivar mis patadas sin dejar de sujetarme en el suelo y hacerme cosquillas.
— ¡JongIn, para!
Apenas podía respirar de la risa tan fuerte y de utilizar tanta energía para librarme de él.
— ¿Puedo confiar en que podré acostarme a tu lado en el futuro sin temer ataques arteros mientras estoy durmiendo? —preguntó en voz alta, por encima del ruido de medio ahogo medio risa que salía de mí.
— ¡Sí! —prometí, porque ya empezaban a dolerme las costillas.
Paró y yo respiré hondo, relajándome en el suelo a su lado.
Hice una mueca. —Este suelo está duro.
Entrecerró los ojos. —Sí, díselo a mi trasero.