Capítulo15
JongIn era el maestro del mensaje de texto sucio. En ocasiones era sutil... en otras
(«No puedo esperar a estar dentro de ti otra vez, nene, x»)
Bueno, no tanto.
Sepultado por el trabajo, JongIn permaneció desaparecido en combate durante los siguientes días. Si fuera una clase de chico diferente, podría haber temido su desaparición después de tener sexo, pero con toda sinceridad, disfrutaba del hecho de contar con tiempo libre de él para respirar. Solo habíamos empezado «nuestro acuerdo» y ya parecía que hubieran pasado semanas.
El martes por la tarde, sus mensajes de texto estaban empezando a llegarme. Quiero decir que estaban empezando a ponerme. Era asombroso que hubiera estado perfectamente bien sin sexo durante cuatro años. Fui pasando ocupándome de mí mismo. No obstante, tener sexo con JongIn había despertado mi apetito. Un apetito aparentemente inagotable. Quería comida todo el tiempo. Y solo la comida de JongIn me serviría. Por supuesto, no le confesé esto a Junmyeon, aunque él tenía unas cuantas preguntas sobre el tipo que había logrado sacarme de cuatro años de sequía. Le dije que estaba muy bueno. Que el sexo era desenfrenado. El resto de la conversación consistió en el repitiendo «No puedo creerlo».
Sí, eso no era muy halagador.
Hablarle a Junmyeon de sexo desenfrenado solo consiguió ponerme más ansioso. Por eso me fui al gimnasio. Otra vez. Ya había estado allí el día anterior. Corriendo en la cinta, sudando en la bicicleta estática y dejándome el alma en la máquina de remo, esperaba quemar toda la tensión sexual que tenía dentro. La verdad es que no ayudó.
— ¿Kyung, verdad?
Miré al tipo que se había parado al lado de mi cinta. Ah. Jong Suk. El entrenador personal que había estado coqueteando en silencio conmigo durante las últimas semanas, desde el incidente en la cinta.
— ¿Sí? —pregunté como si tal cosa.
Jong Suk me sonrió con dulzura y yo gemí por dentro. Uno: los chicos guapos acicalados no eran mi tipo. Dos: ya tenía las manos llenas con un Moreno.
—Ya has vuelto, tan pronto.
Sí, me estaba vigilando, pero no era nada siniestro.
—Ajá.
Cambió el peso del cuerpo, claramente desprevenido por mi respuesta nada entusiasta a su intento de entrometerse en mi «operación de alivio de la frustración sexual causada por un Kim JongIn desaparecido en combate».
—Mira, estaba pensando que a lo mejor te apetecería ir a cenar algún día.
Paré la máquina y salí de ella con la máxima dignidad posible, teniendo en cuenta que estaba sudoroso y pegajoso. Le dediqué una sonrisa platónica; ya la conoces: apretando los labios, sin mostrar dientes.
—Gracias, pero ya estoy saliendo con alguien.
Me fui antes de que pudiera responder, sonriendo al darme cuenta de que al menos el acuerdo con JongIn tenía algunos aspectos positivos. Además de los múltiples orgasmos.
Después de ducharme y cambiarme, salí del gimnasio, esquivando a Jong Suk, y en cuanto encendí mi teléfono tenía un mensaje de texto de JongIn.
Hazte un hueco el jueves por la noche. Cena de negocios. Ponte un traje bonito. Te recogeré a las 07:30pm besos.
Puse los ojos en blanco. Ni siquiera se le había ocurrido que pudiera estar ocupado. Cabrón mandón. Le devolví el mensaje:
Solo porque lo pides bien.
