Estoy Solo, Porque lo Estoy

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Capítulo 6

Al final de la cena estaba un poco más relajado, aunque tenía ganas de llegar a casa y estar solo un rato. Decidido a que no me pillaran otra vez con la guardia baja, volví a levantar esa barrera entre mis recuerdos y yo, y traté de disfrutar de la compañía de los Kim. No fue difícil. Eran una familia muy agradable.

Mis planes para quedarme solo se vieron frustrados por JongIn y Luhan, que iban a reunirse a tomar unas copas con Sehun. Traté de librarme de ir con ellos, pero Luhan no estaba dispuesto a ceder. Era como si sintiera que iba a quedarme en casa comiéndome la cabeza o algo así.

Después de despedirme de los Kim y prometerle a Yoona que volvería, salimos a tomar un taxi para que nos llevara al apartamento y yo pudiera tomar mí cartera. Solo tenía encima el móvil y estaba decidido a que nadie —es decir, JongIn— me pagara las copas esa noche. Cuanto menos le debiera, mejor.

Cuando el taxi se acercó al apartamento, vi una figura alta y desgarbada sentada delante de la entrada de la casa. Se me encogió el pecho. Con el corazón acelerado, bajé del coche la primera y me apresuré hacia Yixing, que se levantó, con la mochila a sus pies. Tenía grandes ojeras oscuras, la cara demacrada y pálida, las comisuras de la boca tensas por el dolor y la rabia.

—Solo dime una cosa. ¿Lo animaste a que me dejara?

Pillado a contrapié por toda la rabia acumulada contra mí, negué con la cabeza, dando un paso cauteloso hacia él, aturdido.

—Yixing, no.

Me señaló con el dedo, con la boca retorcida con amargura.

—Los dos están tan locos... Has tenido que participar en esto de alguna manera.

—Eh. —JongIn se puso delante de mí, calmado pero intimidatorio cuando habló con Yixing—. Lárgate.

—JongIn, no pasa nada. —Miré a Luhan, que estaba observando con los ojos como platos. Hice un gesto hacia JongIn, rogando a Luhan con la mirada—. Podrían ir delante sin mí.

—Ni hablar. —JongIn negó con la cabeza, sin apartar en ningún momento la mirada de Yixing.

—Por favor.

—JongIn. —Luhan tiró de su codo—. Vamos. Démosles un poco de intimidad.

Con el enfado ardiendo en sus pupilas, JongIn me quitó el móvil y empezó a usarlo.

—¿Qué...?

Me tomó la mano y puso mis dedos en torno al móvil otra vez.

—Ahora ya tienes mi número. Llámame si me necesitas. ¿De acuerdo?

Asentí, aturdido. Mientras Luhan tiraba de su hermano, bajé la mirada al teléfono que tenía en la mano. ¿JongIn me estaba cuidando? ¿Estaba preocupado? Lo miré por encima del hombro. No podía recordar la última vez que alguien había hecho algo parecido. Era solo un detalle, pero...

—¿Kyung?

La voz impaciente me devolvió a mis cavilaciones. Suspiré profundamente. Estaba exhausto, pero sabía que tenía que ocuparme de eso.

—Pasa.

Una vez que estuvimos en la sala de estar con dos cafés, fui directo al grano.

—Le dije a Junmyeon que pensaba que estaba cometiendo un error. Nunca lo animaría a que te dejara. Eres lo mejor que le ha pasado.

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