Capítulo 3
El Club Play Street era menos un club que un bar con una pequeña pista de baile pequeña cuadrada más allá del pequeño hueco en la parte trasera. En el nivel del sótano de la calle Seoul Street, los cielorrasos eran bajos, los sofás circulares y los cubos cuadrados que servían como asientos eran bajos, lo que significaba que los borrachos tenían que bajar tres escalones para llegar a nosotros. Quien fuera que agrego ese pequeño diseño al borrador de los arquitectos claramente habían estado fumando algo.
Las noches de los jueves usualmente se encontraban el bajo bar lleno de estudiantes, pero con el semestre terminado y el verano sobre nosotros, la noche estaba tranquila y la música sonaba baja porque no había nadie en la "pista".
Le entregue los tragos al chico al otro lado de la barra y el me entrego un billete.
― Quédate con el cambio. ― me guiñó el ojo.
Ignore el guiño pero metí la propina en el tarro de las propinas. Las dividíamos al final de la noche aun cuando baek argumentaba que él y yo conseguíamos la mayor parte de las mismas debido a las camisas blancas casi transparentes y jeans negros de cuero muy ajustados no dejando nada a la imaginación, que llevábamos como "uniformes". La camiseta decía Play Street sobre el pecho con letras negras. Simple, pero efectivo. Especialmente cuando tu cuerpo se encuentra muy bien contorneado y un buen trasero como el mío.
Jackson estaba en su descanso así que baek y yo estábamos lidiando con la pequeña cantidad de clientes en el bar, una multitud que se reducía a cada minuto. Aburrido, mire hacia el otro lado del bar para ver si baek necesitaba ayuda.
La necesitaba.
Solo que no en forma de atender al público.
Extendiéndose para entregarle al cliente que estaba sirviendo su cambio, el tipo tomo la muñeca de baek y tiro de ella sobre la barra hasta que él estuvo a centímetros de su rostro. Frunciendo el ceño, y tomándome un tiempo para ver como reaccionaria baek, su pálida piel se ruborizo y tiro de su brazo para romper el asidero. Sus amigos estaban detrás de él, riendo. Qué bonito.
― déjame ir, por favor ―dijo baek entre dientes apretados, tirando con más fuerza.
Sin Jackson cerca y con la muñeca de baek tan delgada que podría romperse, todo dependía de mí. Me dirigí hacia ellos, presionando el botón bajo la barra para llamar a los chicos de seguridad que estaban en la puerta.
―Oh, vamos, cariño, es mi cumpleaños, solo un beso.
Mi mano se cerró en la mano libre del tipo y le aplique la típica llave para que soltara a baek.
―Déjalo ir, imbécil, antes de que te arranque el brazo y te lo entierre todo por el trasero.
El siseo de dolor y se liberó de un tirón, consecuentemente liberando a baek.
―Perro de Busan ―gimió, sobando su brazo que ahora estaba marcado por el agarre ―. Me voy a quejar con el gerente.
¿Por qué mi lugar de origen siempre entraba en juego en una situación negativa? ¿Y qué? Resoplé, para nada impresionado.
JongKook, nuestro enorme tipo de seguridad, apareció detrás de él. No lucía divertido.
― ¿algún problema, Kyung?
―Si. Por favor, ¿Puedes sacar a este tipo y a sus amigos del bar?
El ni siquiera pregunto por qué. Solo había habido unas pocas ocasiones donde habíamos hecho de echar gente, así que JongKook confiaba en mi evaluación de la situación.