XX: Nuevos tratos.

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La risa del Alfa pelinegro resonaba entre las paredes de la oficina del CEO de WayneTech.
 
Las mejillas de Kent estaban rojizas y su voz de vez en cuando desafinaba. Mientras, el millonario lo veía con una sonrisa un tanto incómoda, a la par que sostenía con cuidado una copa de vino entre sus dedos.
 
—¡Ella me dijo que ni servía para nada! ¡¿Puedes creerlo?! ¡Lois siempre se cree por encima de todos! ¡Ella no sabe que puedo ser mejor, muchísimo mejor! Incluso ahora… Ya soy mejor, ¡Soy un Alfa mientras ella es una simple Beta! ¡¿No es suficiente eso para sentirme superior?! ¡Bruce! ¡¿No lo es?!—Decía Clark con una voz realmente alta, a la par que había golpeado fuertemente la mesa de trabajo ajena, y ahora miraba con una expresión algo seria hacia su contrario.
 
Wayne enarcó una ceja—¿Cuánto has esperado para decir todo esto, Clark?
 
—Estoy… estoy…—Kent llevó ambas manos a cubrir su boca, luego las deslizó hacia arriba quitando sus propias gafas de su rostro. Dio un tenue alarido de frustración, respiró hondo, y golpeó la mesa con ambas manos mientras dejaba caer sus lentes en el suelo.
 
La expresión del Alfa, tan dócil siempre, había tomado un giro drástico y mostraba una mirada profunda y ceño fruncido muy prominente. Sus ojos estaban posados encima del Omega, quien por un segundo lo desconoció.
 
El aura que emanaba Clark era fuerte, su expresión era dominante, no se veía en lo absoluto parecido al reportero gallina que entró esa tarde a la oficina del millonario.
 
—Estoy jodidamente molesto, ¿No puedo estarlo?—La voz de Kent sonó ronca y demandante.
 
Inconscientemente, Bruce sintió que su garganta se cerró por un momento, y se vio un tanto débil cuando en su nuca sintió un leve cosquilleo.
 
Sin embargo, rápidamente aclaró su garganta y miró hacia otro lado.
 
—Acabas de tirar tus gafas, idiota—Comentó sin más.
 
Clark tiró su cuerpo hacia el respaldar de su asiento y resopló ampliamente—Ahora mis gafas importan más que mi estado de ánimo, ¿No es así? ¡Es que no puedo enojarme! ¡No puedo hacerlo! Ahora que estoy borracho… Recién puedo dejar salir tanto…
 
Una pizca de pesar fue captada en el tono de su última oración, detalle que no pasó desapercibido por el contrario.
 
Bruce dejó su copa sobre la mesa y enarcó una ceja mirando hacia su contrario—Tú no estas molesto solo por eso. ¿Qué te pasa?
 
Kent lo miró sin moverse de su posición, luego rodó sus ojos y miró hacia otro lado.
 
—¿Acabas de voltearme los ojos, Clark?—Burló el Omega.
 
Sin embargo, el Alfa no respondió y soltó una onomatopeya de indiferencia mientras esbozaba un puchero en su rostro.
 
—Ja… Qué inmaduro eres. ¿Cuántos años tienes?—Bruce no pudo evitar soltar una leve risa.
 
—Hal es la expareja de Barry. No quiero que estén cerca tan siquiera, pero no puedo decidir por encima de la voluntad de Barry… Solo soy su pareja y alguien que se preocupa por él, no su dueño…—Explicó Clark con tristeza.
 
Aquel comentario atrajo la curiosidad del Omega, realmente no pensaba escuchar algo tan interesante de un Alfa. En su mayoría, los Alfa sí piensan que son los dueños de sus Omegas.
 
Aunque, fuera de toda ideología, Clark solo quería el bien para Barry, pero también quería sentirse tranquilo a su lado. Al parecer, Barry estaba siendo un tanto egoísta y no le estaba prestando la atención suficiente a su pareja. Ahora, Clark estaba confuso y molesto porque su pareja no lo contara en sus decisiones.
 
Qué dejavú, quizás Bruce podía comprender aquel sentimiento justo ahora.
 
No podía creer lo que estaba a punto de decir.
 
—Quizás deberías ser un poco más duro con él…—Dijo Bruce en un tono algo bajo.
 
—¿Duro? ¿A qué te refieres?—Clark se recompuso en su silla y se mostró interesado.
 
—Está bien darle su espacio y respetar sus decisiones… pero tampoco está bien que tú sufras por ello—Explicó el Omega—. Quizás no eres su dueño, pero eres su actual pareja, y él debe respetarte también.
 
Clark bajó su mirada en confusión, entrando en cuenta de ciertos detalles.
 
—Si me muestro demandante con él… ¿No estaría siendo un Alfa malo?—Cuestionó Clark, con cierto pesar en su mirada.
 
Aquella sincera pregunta logró conmover al Omega frente suyo. Bruce no sabía si Kent era una persona realmente empática, o el mejor Alfa del mundo.
 
Se burló mentalmente de su propio pensamiento.
 
Luego suspiró más calmado—Si ya no quieres tener más dudas, eso no te convierte en un Alfa malo.
 
Clark le sonrió con afecto, y sin querer, uno de sus rulos rebeldes se escapó de su cabello y colgó por su frente. Un pequeño detalle, pero que le daba más simpatía al Alfa.
 
Solo unos segundos de silencio al observar el movimiento del cabello, y ambos soltaron una risa natural.
 
—Suelo utilizar mucho gel, y aún así este cabello siempre se sale cuando menos quiero—Burló Clark.
 
—Cuando te serví la primera copa de vino, no esperaba que te la tomaras de un solo sorbo—Comentó Bruce volviendo a coger la copa entre sus dedos, y llevando con gracia el borde hacia sus labios.
 
—No quería tomar, pero tú insististe—Se excusó el Alfa.
 
—Sí querías tomar, pero querías ser el señor recatado—Burló tomando un sorbo de su copa—. Pero está bien, me gusta cómo eres cuando entras en confianza—Sonrió coqueto.
 
Clark sonrió—¿Cuántos años tienes, Bruce?
 
—¿A qué se debe la pregunta?—Cuestionó, observando como el Alfa se servía otra copa y se disponía a tomarla—. ¡No!—Detuvo el accionar ajeno inclinándose hasta agarrar la mano contraria—. Ya tomaste demasiado, Clark. No queremos errores de los que después podemos arrepentirnos—Alejó la copa del Alfa hasta colocarla sobre la mesa.
 
Kent soltó leves carcajadas.
 
—¿Qué errores, señor Wayne? Solo le he preguntado su edad, ¿Acaso cree que voy a abusar de usted?—Cuestionó Clark con cierta sonrisa pícara.
 
La expresión ajena logró causar que el millonario quitara la mirada por acto reflejo.
 
—No podrías hacerlo—Burló Wayne—. De acuerdo, contestaré la pregunta que no suelo responder: Tengo veintiocho años. ¿Qué tal tú?
 
—¿Enserio? ¿Soy mayor que tú?—Clark se vio sorprendido—. No se vale, eres más exitoso que yo siendo más joven…
 
—¿Y bien?
 
—Tengo treinta…—Dijo un tanto avergonzado.
 
—¿Treinta años? Espera… Si Hal tiene veinticinco, y él y Barry fueron a la escuela media juntos, entonces tienen la misma edad… ¿Te llevas cinco años con Barry?—Dedujo sorprendido.
 
—Seis en realidad, Barry es casi un año menor que Hal…—Explicó con pesar.
 
—¿Dónde fue que conociste a Barry? ¿En alguna fiesta?—Burló Bruce.
 
—No… Barry no es de ir a fiestas—Suspiró con pesadez—. Estudiábamos en la misma universidad. Hubo cursos que yo no tomé en los primeros años porque no me daba tiempo, así que mientras estaba en… sexto ciclo creo, tomé esos cursos y ahí conocí a Barry. Hicimos equipo unas veces, y nos llevamos bien. Después de ello no perdimos el contacto, así que lo invité a salir. Antes de ser pareja, fuimos buenos amigos, pero cuando comenzamos una relación fue que Barry recién tuvo el valor de contarme todo lo de Hal…
 
—¿Entonces tampoco sabías que Barry había tenido un hijo con Hal?—Sorbió de su copa.
 
—No, ya sabía. Barry no solía hacer trabajos en equipo para no tener que contarle sobre su vida privada a otros. Pero yo lo convencí para que seamos grupo. Aún así, también tuve que ir a su casa para hacer el trabajo, ya que los dueños de la casa temporal dónde me quedaba no me permitían traer visitas… Así que cuando Barry me invitó a su casa, me dijo que había una sorpresa esperándome. Cuando llegué a su casa, conocí al pequeño Wally. Un niño muy carismático y un tanto rebelde—Contó con gracia.
 
Bruce se atragantó con vino en su boca, dejó la copa con tosquedad sobre la mesa y empezó a toser sin cuidado. El Alfa se preocupó, se levantó de su asiento y fue a auxiliar dándole pequeñas palmadas en la espalda.
 
—¿Estás bien, Bruce?—Cuestionó Clark.
 
El millonario se recompuso y miró con los ojos muy abiertos hacia su mayor. Debía ser una confusión, ¿Qué acababa de escuchar?
 
—¿Quién es Wally?—Cuestionó Bruce.
 
Clark se mostró confundido, se paró correctamente y se encogió de hombros.
 
—Es el hijo que tienen en común Hal y Barry—Explicó sin problemas.
 
—No—Bruce izó un dedo en desaprobación—. Bart es el hijo que ellos tienen en común. Yo mismo he cuidado de él desde que apenas era un bebé. No sé quién es Wally.
 
—¿Bart? Creo saber que es el amiguito de Wally, y creo que también el hijo de uste…—Kent entró en cuenta del detalle, uno tan resaltante que se sintió torpe al descubrir en ese preciso instante.
 
—¿Me estás diciendo que tú y Barry cuidaron a otro bebé aparte del que nosotros cuidamos?—Indicó Wayne.
 
La revelación frente a los ojos del periodista fue tal, que incluso la embriaguez se había dispersado casi en su totalidad.
 
—¿Estás tú diciéndome que Hal se fue llevándose un niño que cuidar?—Expresó Clark, incrédulo.
 
—¡Claro que sí! Hal puede ser muchas cosas, menos un hombre sin corazón. No abandonaría a su hijo a la suerte—Defendió Bruce, anonadado aún.
 
—¿Creías que Barry simplemente dejaría que Hal desapareciera con su hijo porque sí? Dudo mucho que Barry pudiera hacer algo como eso y vivir con la conciencia toda su vida—Indicó Clark en defensa.
 
—Hal nunca dijo que tuvo dos hijos…—Musitó Wayne.
 
—Barry tampoco…—Tragó fuerte.
 
—Creo que… todo este tiempo hemos tenido una idea equivocada de ellos—Bruce aclaró su garganta—. Después de todo, solo he oído el punto de vista de Hal, obviamente.
 
—Y yo el de Barry. Pensé que Hal lo había abandonado con todo, es por eso incluso que—Hizo una pausa—. Bueno… tenía muchas ganas de “charlar" con Hal en algún momento—Presionó el puente de su nariz.
 
—Entonces, o mintieron, o tampoco sabían—Indicó Bruce.
 
—No he tenido el tiempo para hablar con Barry sobre su encuentro con Hal…—Suspiró Kent.
 
—Yo ni siquiera he tenido tiempo de tener una conversación decente con Hal desde…—Chasqueó la lengua—. Bueno, eso no importa. Él tampoco me ha contado nada.
 
El Alfa notó la última frase con extrañeza, sin embargo, dedujo que lo mejor era no hablar de ello.
 
El teléfono del millonario resonó en toda la habitación, despertando al dúo que parecían haber entrado en una crisis de información. Bruce miró la pantalla durante largos segundos, indeciso de contestar o no, pero luego rápidamente tomó el móvil, vio el nombre del contacto y contestó.
 
—¿Qué pasó?—Cuestionó hacia el teléfono. Escuchó una voz muy alterada al otro lado de la línea, la cual le dijo algo que realmente hizo su corazón saltar de la desesperación—. ¿¡Qué!?—Gritó con los ojos muy abiertos.
 
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