XIX: Descubrimientos.

423 50 243
                                    


—¡Te amo!—Gritó con euforia el Alfa.

—¿¡Cómo puedes decir algo como esto tan siquiera?! ¡Me abandonaste! ¡Cómo todo un cobarde! ¡No digas más! ¡No te creo ni una sola palabra!—Gritó el Omega entre llantos.

—¿Cómo puedes tú no creer el amor que te profeso? ¡El pasado está en el pasado! ¡Y el presente es el que quiero compartir a tu lado!—Las lagrimas empezaron a desbordar por los pómulos del Alfa.

De pronto, una mano se levantó sosteniendo un control remoto y apagó la pantalla a la par que daba un suspiro de pesadez.

—Qué dramáticos. ¿Realmente esto es lo que está más de moda últimamente?—Refunfuñó Alexander, mientras recogía su tableta sobre el sillón a su lado, y empezaba a ver algunos cuadros—. Al parecer los ingresos de este mes están incluso mejor que el mes pasado. Bueno, eso significa que no necesito despedir a nadie—Se encogió de hombros.

En aquel momento, un mensaje emergió del borde derecho superior de la pantalla táctil, el cual le avisaba sobre el ingreso en su vivienda.
Alexander curveó la línea de sus labios levemente hacia arriba, quizás en una muy disimulada sonrisa. Luego, dejó el artefacto sobre el acolchado sofá y caminó hacia la escalera que conducía hacia el primer piso del pent-house.

Al dar un rápido vistazo, observó cómo su joven hijo subía los escalones acompañado de su niñera androide. Entonces volvió a su lugar y simuló indiferencia como si nunca se hubiera levantado de su asiento.

—Hola, mamá. Ya llegué—Saludó Conner mientras ascendía hacia el último escalón—. Traje un invitado, espero que no te moleste—Entregó la mochila a su niñera y se acercó al centro de la sala, mientras guiaba a su acompañante tomándolo de la muñeca.

—Si es amigo tuyo, no tengo ningún problema—Expresó Alexander sin quitar la mirada de la pantalla de su tableta.

—Sí, claro que es mi amigo—Obtuvo un tono algo irónico mientras rodaba los ojos—. Bueno, él es Timothy. Yo le digo Tim. Es hijo del señor Wayne…

Instantáneamente, Alexander lo miró perplejo y luego observó hacia el pequeño pelinegro de cabello oscuro y un tanto largo, quien le saludó con una mano.

—Buenas tardes… ¿Cómo debería decirle?—Tim se sintió algo incómodo.

—Señor Luthor está bien—Sentenció con el entrecejo fruncido—. ¿Tu madre sabe que estás aquí?

—Mmh… No. Mi papá lo sabe, supongo que se lo dirá a mi madre—Se encogió de hombros.

Alexander enarcó una ceja con curiosidad—¿Cuál es su casta?

Conner estuvo a punto de decir algo, pero rápidamente Timothy contestó cortésmente—Aún no presento mi casta, no he tenido ni un solo síntoma. Mi doctor dijo que probablemente no se presente en algunos años más.

Largos segundos de tensión se hicieron presentes en el ambiente de la sala, en los cuales Timothy incluso parecía sudar frío al no tener en claro si es que el Omega adulto le había creído, pues la mirada de Alexander era profunda y fija, sin saber lo que realmente pensaba.

Luego, simplemente su expresión se mostró calma y volvió su vista sobre su tableta—De acuerdo, pero cuando el almuerzo esté listo no quiero que demoren en venir.

Conner asintió animoso—Está bien, iremos a mi cuarto.

El joven Alfa tomó de la muñeca a Timothy y se alejaron rápidamente del lugar. Subieron al tercer piso del pent-house y se encerraron en el cuarto del Alfa, donde finalmente pudieron respirar más tranquilos.

Lados EquivocadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora