XVII: Peligro.

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Notas iniciales:

Existen ciertos temas que no son correctos por donde sea que lo veas. Considero que los lectores en este libro tienen la suficiente madurez como para diferenciar ello. Sabemos qué está mal y qué está bien, además de que al final, cada quién decide a quién ama, quizás sin importar su edad, estatus social, género, etc. El tema a tratar en este capítulo será duro, quizás incómodo o molesto para algunos. Pero que lo sea, no significa que estás cosas no pasen en la vida real.

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Cuando Jason llegó a la escuela, sus hermanos tomaron sus cosas y se fueron cada quien por su lado. El hermano mayor ahora estaba solo, por lo que buscó su casillero y lo abrió asegurándose de que nadie lo viera. Sacó un cuaderno de espiral, buscó dentro de sus páginas, y extrajo una pequeña libreta con números rojos.

Jason tronó su lengua, observando preocupado hacia aquellas calificaciones que le estaban provocando un infierno en su conciencia.

En el pie de aquella plantilla, observó la nota dejada:

"Tus calificaciones en química son demasiado bajas, tu rendimiento en el aula es pésimo, y no parece que tan siquiera tengas la intención de mejorar. Ven a la sala de profesores, aula 00-B. Antes de clases, necesitamos hablar.

Prof. Sionis"

Jason suspiró elevando su mechón blanco en el cabello. Rodó los ojos, extrajo tarjeta y guardó todo lo demás. Colocó su mochila en su espalda y caminó con molestia por los pasillos de la escuela.

Luego de un largo rato, llegó hasta el lugar indicado. Se mantuvo parado frente a la puerta durante largos segundos, pues no estaba tan seguro de hablar con ese maestro.

A veces quería lanzar la química al desagüe, deshacerse de ese curso, decidir en simplemente reprobar.

Sin embargo, Bruce le destrozaría la cabeza a puñetazos si tan siquiera lo intentaba. Le tiraría lo primero que tuviera en mano si solo le dijera lo pésimo que la estaba pasando en el curso con este nuevo profesor. Quizás la mejor solución sería hablar con el maestro, no quería pensar en tener que soportar a su madre gritándole a toda hora. Aparte de castigarlo muy feo.

Suspiró y estuvo a punto de tocar la puerta para pedir su ingreso, pero una sombra conocida que pasó por el pasillo principal atrás suyo le llamó la atención.

Estaban todavía algo lejos como para que Jason fuera notado por la vista contraria, pero eso no significaba que el joven Alfa no notara quiénes eran.

Casi al instante diferenció que se trataba del adolescente Omega que conocía y que caminaba con la cabeza gacha tras el maestro más molesto de la escuela. No parecía con ganas de ir, es más, era obvio que estaba arrastrando sus pasos.

Pues tampoco es que fuera una novedad que a alguien en la escuela le fuera mal con el profesor Wilson. Muchos tenían miedo de tan siquiera preguntarle algo que no habían entendido, o si se hallaban con malas calificaciones invadía el temor de que se le notificara a los padres. Lo más terrible quizás era de que justamente se hablaba de unos de los cursos más importantes del repertorio: matemáticas.

Si te iba mal con el profesor Wilson, lo mejor era esperar por el día de tu juicio final. Aunque algunos pocos optaban por ir a su oficina, y por lo que Jason suponía, quizás arreglar sus notas con trabajos extra o exámenes complicados. Pues el profesor Wilson no parecía de las personas que aceptan sobornos, también porque había muchos rumores sobre los estudiantes que habían intentado hacerlo.

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