Lados Equivocados

VII: Ni Sherlock.

—Estoy hasta la coronilla de ustedes —Sentenció Waller mirando con los brazos cruzados hacia el joven Alfa que yacía sentado frente a su escritorio en la dirección. La mujer morena estaba apoyada en su mesa de trabajo, mientras daba la reprimenda al menor cabizbajo, quien prefirió no decir nada —. Primero fueron peleas, ¿Ahora le hiciste cosas sucias al mismo Omega que habías lastimado antes? ¿Qué demonios pasó por tu cabeza para no tomar tu medicación? ¿Si tu hermano no te encontraba? ¿Ibas a embarazar a ese Omega? —Señaló muy molesta.

Jason no la miraba a los ojos, claro que se sentía culpable por los hechos acontecidos, y aunque la odiara, ella tenía razón. Su descuido pudo causar un embarazo no deseado, y luego sus padres lo intentarían matar a golpes. En especial su madre.

Ya lo veía venir, Bruce ya le había disculpado muchas sin castigarle, y este incidente debía ser la gota que rebalsara el vaso. Su madre odiaba este tipo de comportamiento en los Alfas, por no decir que en su mayoría detestaba a los Alfas a excepción de su hijo y pareja. Y su propio hijo ahora se estaba comportando como todo lo que odiaba.

Era un hecho que Bruce lo iba a reventar a golpes.

—¡Pamela! ¿Ya se tranquilizó el muchacho? —Llamó Amanda a la habitación de al lado, que tenía una puerta que conectaba con la sala de dirección.

—Sí, directora —Asintió en la lejanía.

La puerta del cuarto de la secretaria se abrió, y dejó salir al joven Omega, aún avengozado por lo reciente.

—Toma asiento aquí, Dick —Mandó la directora, indicando al asiento al lado del joven de mechón blanco.

Obedeció la orden, pero ambos no se miraron ni de reojo.

—Tengo que ir para recibir a sus padres. Así que por lo que más quieran, no se peleen, ¡Y mucho menos intenten tener sexo! —Gritó Waller, provocando el rubor en ambos jóvenes —. La señorita Isley está al lado por si necesitan algo, y también los estará vigilando.

La morena mujer salió de la sala y dejó atrás suyo un silencio pulcro.

Jason estaba muy avergonzado por lo que había intentado hacer hace tan solo unos minutos antes. Realmente se sentía demasiado culpable de todo el revuelo, podía ser muy maldito en varias cosas y ser algo cínico y cara dura en otras. Pero en su familia habían sido criados de otra manera, siempre le enseñaron que aquello que hizo era una completa falta de respeto hacia la casta contraria, y era algo por lo que debía avergonzarse.

Lo pensó mejor, incluso ahora uno de sus hermanos menores había demostrado ser un Omega, uno que si ciertamente ya estaba siendo merodeado por un Alfa, mataría a ese tal Conner si se atrevía a pasar más allá de solo palabras con su hermano.

¿Pero con qué cara haría algo como eso? ¿Después de lo que había hecho con Dick? ¿No sería demasiado hipócrita de su parte?

Suspiró en resignación, había cometido un grave error, uno por el cual debía pedir una larga disculpa si era posible.

Condujo su mirada sutilmente hacia el mayor a su lado, quien solo mantenía su expresión molesta hacia el suelo. Sin embargo, al examinar bajo su rostro, pudo notar las oscuras marcas sobre la piel de su cuello, así como logró diferenciar leves mordidas en toda la superficie, en el especial en el área de su glándula Omega.

Se alarmó al percatarse de lo que había intentado hacer, y luego se sintió tan nervioso. Sabía que debía disculparse, era muy obvio que Richard debía sentirse impotente por lo sucedido. Lo había humillado como Omega, o al menos es lo que la culpa le decía a Jason.

—O-Oye... —El joven de mechón finalmente se giró para verle, pero el contrario giró su cabeza para evitar su mirada —. Dick... lo que pasó... eh... —. Titubeó sin saber qué decir realmente.