Capítulo 11.

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Jin Ki frunció el ceño cuando un vaso con café fue dejado en su escritorio, y alzó su mirada para encontrarse con aquel joven que sonreía radiante, como si su acción hubiera sido inocente, y a quién debería de empezar a acostumbrarse, porque no importaba si él había botado en su presencia cada uno de los vasos con cafés que fue dejado en su escritorio, la acción seguía repitiéndose una y otra vez.

—¿Min Ho está ocupado? —preguntó.

—Sí —la respuesta fue cortante.

—¿Con alguien?

—Taemin, es mejor que te vayas.

—¿Por qué eres tan malo conmigo, Jin Ki? —frunció sus labios —yo quiero ser tu amigo, pero sigues alejándome, hoy incluso te traje galletitas.

Taemin sacó de una bolsa plástica una caja de galletas, con intenciones de dejarla sobre el escritorio de Jin Ki, sin embargo, éste continuó viéndolo con desconfianza, haciendo que él ría mientras las agitaba suavemente.

—No tienen nada de malo, Jin Ki —abrió la caja —mira.

Tomó una de las galletas y la metió en su boca para luego dejar la caja sobre el escritorio de Jin Ki, quien seguía viéndolo serio, porque él no creía en esa falsa inocencia que Taemin mostraba, pensaba que en su bebida podía haber alguna sustancia extraña e incluso en esas galletas, aunque hubiera sido comprobado que no era así, ya que al chico las agito, siendo incierta la que tomaría para comer, y a pesar de eso no recogió la caja para lanzarla a la basura.

—Supongo que sigues sin confiar en mí —Taemin se encogió de hombros —hoy es cappuccino, Min Ho dijo que te gusta.

Jin Ki ni siquiera hizo el intento de detener a Taemin de entrar en la oficina de Min Ho, porque éste siempre decía que era él quien se encargaría del joven, y no quería ni imagina de la forma en la que lo hacía si en ocasiones había gemidos que parecían que no intentaron ser ocultados, y en otras todo era tan silencioso pero Taemin no se iría sino hasta después de horas.

Nunca pensó que Min Ho iba a caer tan fácil por Taemin otra vez, porque fue él mismo quien le permitió que entrara en el edificio, y sabía que Taemin tampoco era tonto, al principio se había valido mucho de Yong, y luego de que su entrada fue libre otra vez, iba poco con la niña y se quedaba en la oficina por horas, en ocasiones llegaba poco después de Choi y no se iba sino hasta que éste lo hacía, colgándose de su brazo como si quisiera mostrarles a todos que estaban juntos.

Cuando Taemin abrió la puerta, su presencia no le sorprendió mucho a Min Ho, no cuando éste a diario aparecía por su oficina o en su apartamento, y aunque al principio había querido alejarlo, sabía que había perdido cuando Yong se aferraba a sus piernas, y Lee la tomaba en brazos, besando sus mejillas, haciendo sonreír a la niña, porque él había sido astuto, ganándose el cariño de su hija y haciéndole difícil alejarlo.

Taemin parecía estar burlándose de él cuando tomaba a su hija en brazos y ésta le decía lo mucho que lo quería, y aunque le costara admitir, sabía que Lee en poco tiempo se había vuelto una persona muy importante para ella, si tan sólo Yong no fuera tan inocente para creer en un cariño que Min Ho muchas veces dudaba que fuera real, porque él conocía a Taemin, sabía cuántas mentiras podía decir para lograr lo que quería.

—Min...

Taemin dejó de hablar cuando vio a la persona sentada frente a Min Ho, y por un momento dudó de si debería de estar ahí, porque no había estado preparado para enfrentar a todo su pasado, no a esa persona que siempre fue importante para él y que la había perdido por sus errores, quien lo miraba sorprendido.

Los labios de Taemin se curvaron en una sonrisa nerviosa mientras se acercaba al escritorio de Min Ho, quien guardó silencio viendo mientras veía la duda en Lee, porque quizás desde que regresó, esa fue la primera vez que lo vio tan vulnerable, mucho más que cuando encontró a Na Ra en el centro comercial.

Seducción letal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora