Dos caminos que se cruzaron y separaron, ¿podrán volver a unirse?
El destino es caprichoso y jugará todas las cartas que disponga para lograr su fin.
Hay cosas que ni siquiera el encantamiento desmemorizante puede borrar.
Comienzo: Julio 2020.
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"Por alguna extraña razón, anoche soñé con él.
Estaba sentado en su escritorio, como de costumbre, trabajando en un informe. Se veía tan sereno trabajando que no podía parar de preguntarme si su rostro realmente se vería así en aquellos momentos.
Y, aunque había muchas cosas alrededor que admirar, simplemente no podía apartar mis ojos de él.
¿Qué me estás haciendo Snape?"
- Señorita Granger – se escuchó al profesor recitar en medio del salón de clase -. Señorita Granger, ¿me escucha?
Ella volteó la cabeza rápidamente. Había sido tan descuidada como para quedarse ensimismada mirando a un rincón en medio de la lección, mientras divagaba con sus cada día más locas fantasías.
- ¿Si señor? – la castaña hizo como si no hubiese pasado nada.
- Le estaba preguntando si sabría exponer las novedades que provocó el soberbio decreto de 1836.
- Por ello se introdujeron modificaciones en el marco legal, permitiendo la adquisición de propiedades sin dueño dentro de comunidades mágicas tanto para el uso público como para compraventa.
Con esto se permitió revertir la devaluación de la moneda mágica, lo que a su vez supuso una mejora en la calidad de vida al crearse los primeros centros de sanación y creación de nuevo empleo.
Todo esto condujo a un aumento de la natalidad de una población diezmada, directa o indirectamente, por paperas de murtlaps.
- Excelente, como siempre, Señorita Granger – la aduló el profesor -. Con su explicación me he ahorrado diez minutos de la próxima lección. Solo le pido que no se distraiga más en mi clase.
- Lo siento, Señor, no volverá a pasar.
Unas risillas se escucharon por todo el salón.
- Eso es todo por hoy – comentó el anciano con sobrepeso desde la tarima.
A Hermione, el profesor de derecho le recordaba mucho al profesor Slughorn. O, al menos lo hacía físicamente, porque era un profesor nefasto.
La castaña recogió sus cosas y salió del aula. Tendría una hora libre hasta la siguiente clase de la mañana.
- Eh, sabelotodo – Pansy apareció frente a ella en el pasillo -, ¿dónde vas? Vente con nosotras a la cafetería – su sonrisa no indicaba nada bueno.
- No gracias – se acomodó su mochila al hombro.
- Venga, Granger, ¿por qué no?
- Voy a la Biblioteca Británica – contestó una mentira razonable. El majestuoso edificio estaba a unos diez minutos de camino.
- ¿Después de pasarte siete años en la biblioteca de Hogwarts sigues queriendo más? Vaya, no has dejado de ser una empollona sangre-sucia– su grupito de amigas rio.
