Capitulo 4 - El primer café.

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Tras aquella carta, Hermione comenzó a preocuparse aún más que cuando no sabía si sus padres estaban siquiera vivos

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Tras aquella carta, Hermione comenzó a preocuparse aún más que cuando no sabía si sus padres estaban siquiera vivos. Aun no se creía que tuviese un hermano. Se sentía tremendamente engañada, elle siempre había querido un hermano y sus padres siempre respondieron que aquello era imposible.

Quizás por aquella falta de fraternidad Harry y ella estaban tan unidos. Definir su relación simplemente con el término "amigos" era quedarse corto. Sobre todo, tras la aventura en busca de los horrocruxes y la Batalla de Hogwarts.

Hermione salió del cuarto de baño aún mojada y con su cabello dentro de una toalla. La mitad de sus cosas ya no se encontraban en esa habitación y, aquel día, le daría el final definitivo.

Crookshanks llamó la atención de su dueña sentándose frente a la castaña y maullando. Ella se limitó a arrascar a su amigo bajo la mandíbula antes de seguir su camino hasta el armario.

La toalla cayó al suelo y Hermione comenzó a vestirse, comenzando por sus bragas blancas de encaje y acabando con una camisa burdeos de manga tres cuartos o francesa.

Esas eran las últimas prendas que restaban en el viejo armario. Irónicamente echaría de menos el chirrido cada vez que abría la puerta y el crujir de la madera de roble en la noche.

Aquella mañana había cambiado las sábanas de la cama por unas limpias y recogido temprano la ropa que dio en la noche al anciano elfo Kreacher. Pocas más cosas tendría que hacer, el principal problema sería trasladar a su gato de una residencia a otra sin Red Flu.

El verano tras el desenlace de la guerra lo pasaron en la Madriguera, donde el gato residió aquel año. Llevarlo luego a Hogwarts fue tarea fácil y posteriormente trasladarlo a Grimmauld Place supuso un pequeñito Hechizo de aparición por parte de Harry. El problema se le presentaba ahora.

No podía ir cargando un trasportín con el animal con "unos kilitos de más", en palabras del especialista en Kneazles y cruces de estos con gatos, como era el caso de su animal de compañía.

Simplemente era imposible aparecerse en cualquier rincón de Londres. Hasta el callejón más irrelevante siempre estaba transitado.

Pedirle ayuda a Harry sería irrelevante, no aportaría nada que ella no hubiese pensado antes, por lo que decidió pedir consejo a su nuevo casero. Escribió la carta a vuela pluma a la par que metía en un neceser lo imprescindible en el día a día. Ató el pergamino en la pata de su pequeña, pero audaz, lechuza y la mandó en pos del pocionista.

No tardó mucho en recibir respuesta: "A las 11:20 exactas retiraré la restricción de aparición de la terraza exterior. Dispondrá exclusivamente de medio minuto".

Hermione miró su reloj mágico, tenía unos escasos cinco minutos para aquella oportunidad única. Sabía de buena mano que el hombre tenía muchos enemigos tras él, por eso su acto era una enorme muestra de caballerosidad, palabra que nunca pensó que iría dirigida precisamente a aquella persona.

Encuéntrame ~ SevmioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora