Capítulo 6 - Cata improvisada.

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             Las clases del resto de la semana no fueron mucho mejores, para disgusto de Hermione

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             Las clases del resto de la semana no fueron mucho mejores, para disgusto de Hermione.

Se encontraba aislada de sus compañeros de clase, aspecto que no le sería relevante si no tuviera que convivir con ellos cuatro horas diarias, cinco veces a la semana con esas personas. A todo aquello, se sumaba la falta de contacto con sus amigos y el escaso contacto que mantenía con su antiguo profesor, la única persona a la que estaba condenada a ver a diario.

Debido a la pronta recuperación de su tobillo, aquellos últimos dos días su rutina consistía en asistir a unas aburridas lecciones, clases demasiado lentas para su inteligencia; dedicarse a adecentar la gran vivienda, centrándose sobre todo en el piso que su planning interno le indicara para aquel día; y , después de compartir unas tazas de café con cierto pocionista poco conversador, estudiar en la biblioteca hasta la hora de la cena.

La mañana del primer sábado de septiembre la castaña despertó algo tarde, cosa muy inusual en ella.

Inconscientemente Hermione se llevó los dedos a sus labios, tratando de recordar su sueño. Se había sentido tan real... Recordaba sentir que la besaban.

Comenzó a formular hipótesis. Ella solo había besado a dos chicos: el primero fue Viktor Krum, su primer beso y una forma bonita de despedirse, y luego estaba el tonto y bueno de Ron.

Rápidamente descartó a ambos. Entonces, ¿por qué le pareció tan familiar? Finalmente llegó a la conclusión de que habrían sido imaginaciones suyas, le sería más conveniente olvidar el tema.

Se levantó de la cama y se adecentó un poco antes de salir del cuarto. Pronto se arrepintió de no coger una chaqueta, esa casa era demasiado fría.

Se encontró con su casero sentado en uno de los sofás de la biblioteca de la primera planta. Snape miró su reloj con correa de cuero negro, seguidamente la observó solo unos segundos y volvió a su libro sin decir una sola palabra.

El hombre consiguió que Hermione se sintiera mal. A partir de ahora, se pondría una alarma los fines de semana.

Terminó de bajar las escaleras y se dirigió a la cocina, dónde se hizo un par de tostadas francesas con plátano y azúcar glas. De vez en cuando estaba bien darse un dulce capricho mañanero. Además, le esperaba un día ocupado, por la mañana limpiaría la tercera planta y lo que le sobraba de tiempo lo dedicaría a limpiar a fondo cada estante de la biblioteca. Por la tarde iría de compras con Ginny, necesitaba ropa para sus futuras prácticas en el ministerio, no podía presentarse allí en sus viejas y cómodas mayas.

Tranquilamente subió todas aquellos escalones, sin duda alguna cuando saliera de aquella casa tendría unas piernas fuertes y mejor trasero que cuando entró.

La castaña comenzó adecentando su habitación, hizo su cama manualmente mientras barría el suelo con magia. Tras aquello, pasó un trapo mojado sobre su escritorio, lleno de pelos de Crookshanks, mesilla de noche y estanterías. Finalmente, uso con magia la fregona, pues no quería mojar sus zapatos.

Encuéntrame ~ SevmioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora