Capítulo 13 - Antesala a las festividades.

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Hermione se despertó aquella mañana con frío

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Hermione se despertó aquella mañana con frío.

Las navidades estaban a la vuelta de la esquina y ella aún no había terminado de comprar los regalos para sus más allegados.

Se dio la vuelta en la cama con sábanas grises. Estaba sola.

Alzó la cabeza en busca de su compañero, pero no halló rastro de él. La puerta de la habitación estaba cerrada, por lo que él no podía andar lejos.

Sonrió al oír el grifo de la ducha abrirse. "Te encontré" pensó la castaña mientras se levantaba a buscar su bata.

Nada más abrir la puerta del dormitorio los dos medios gatos entraron a toda velocidad en el dormitorio. El mayor se sentó a los pies de ella y comenzó a refregar su cabeza en sus piernas, cubiertas con el pantalón de su esponjoso pijama, el más pequeño se subió a la cama y comenzó a jugar con la colcha gris.

- Mi hermoso peludito – se agachó por Crookshanks y lo achuchó entre sus brazos.

Cuando dejó al animal en el suelo se encaminó a su anterior cuarto, hacía ya unos días que solo lo usaba como vestidor. Boosocks la siguió a toda la velocidad que sus pequeñas patitas le permitían.

Aun algo dormida Hermione abrió el armario y lo observó detenidamente unos segundos antes de alzar la mano por un vestido de punto bastante abrigado.

Intentó ponerse unas medias, pero desistió a la cuarta vez que Boosocks les hizo una carrera. Finalmente optó por unos leotardos, mucho más agradable para sus heladas piernas.

Se calzó sus viejas y feas pantuflas y abrió la puerta del dormitorio, lista para hacer frente a un día más de clase.

- ¿A dónde vas tan arreglada? – la seca voz de un hombre resonó por el pasillo.

La joven se quedó congelada en el lugar. Cuando consiguió girar la cabeza se lo encontró vestido.

- ¿A clase? – dudó de sus propias intenciones.

- ¿En San Cayce? – la ceja izquierda del pocionista se elevó – No lo creo.

- ¿Es hoy? – preguntó tontamente.

- Pensaba que lo había dejado claro – opinó. Su derecha se alzó sobre la izquierda –. Aún estás dormida – afirmó acercándose a la joven.

El pelinegro se agachó levemente y depositó un beso en los labios de la castaña.

Cuando se separaron la situación se tornó tensa. Aún no se habían hecho a esa nueva rutina y en momentos como aquel ninguno tenía muy claro qué decir o como comportarse.

- ¿Puedes...? Quiero otro – rogó la castaña.

Snape no mostró desacuerdo alguno. Acunó entre sus manos la cara de la joven y depositó hambrientos besos sobre su boca.

Encuéntrame ~ SevmioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora