Capítulo 14 - Las cosas que se hacen por amor.

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Él despertó temprano aquella mañana, con una molesta sensación de presión sobre su pecho

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Él despertó temprano aquella mañana, con una molesta sensación de presión sobre su pecho.

Al mirar abajo se encontró con una cabecera castaña. No sabía cuándo Hermione había llegado allí, tampoco cómo podía haberse quedado dormida sobre sus costillas. De lo único que estaba seguro era de que cuando se durmió ella aún no había llegado.

Ella se despertó algo desorientada y se incorporó frotándose los ojos.

- Buenos días – un bostezo hizo que su saludo se escuchara a medias.

- Buenos días – respondió Severus con una voz más grave y ronca de lo normal.

La joven se arrastró lo máximo que pudo a la vera de su compañero, intentando aprovechar algo el calor de su cuerpo. Se recostó un poco sobre el pelinegro y depositó un húmedo beso en su cuello. Ascendió lentamente hacia sus labios, a la par que iba subiendo sobre él. Con algún mordisco en la mandíbula esperaba que entendiera sus súplicas.

Hermione no pudo evitar sonreír cuando su pierna chocó con la dura erección de su antiguo profesor.

- ¿Qué tratas de hacer, bruja? – preguntó el pocionista, aun algo dormido.

- Quemarme – se separó un poco de él para poder mirarlo directamente a sus oscuros iris.

Aquello disparó los instintos más primarios de Severus, quien se incorporó acunando a la castaña sobre su regazo, inmovilizándola entre sus brazos. Ella rio alegre cada vez más cerca de sus labios, hasta que se fundieron en los labios del otro.

Había hambre. La lengua del pelinegro se introducía provocativamente en la boca de su amada, en un lento vaivén que anunciaba sus futuras intenciones. Extasiada, la bruja se agarró con fuerza a la camiseta de su pijama.

Las manos del pocionista soltaron con delicadeza sendas piernas de la castaña y pasó el brazo sobre el cuerpo de la joven, cual animal que protege su presa.

- Mm... – murmuró ella entre besos – No puedes negarme de que estás entrando en calor.

Dio un pequeño respingo cuando las heladas manos del mago tocaron la piel bajo el extremo de su camiseta.

- Estas helado – se quejó en un siseo.

- Pues arréglalo, ya que tanto hablas de calentar – se lanzó a picotear los labios de ella.

Hermione agarró sus manos por las muñecas y las llevó desde su la pequeña grasa aculada en su zona lumbar hasta su pecho. Allí, mirando atentamente a Severus se llevó las manos a escasos milímetros de la boca y comenzó a exhalar un cálido aliento.

El alzó una ceja ante sus rudimentario, lento, pero eficaz método. Pronto la atención de la joven pasó de la palma de su mano a sus dedos, comenzando a lamer su dedo índice y corazón mientras lo miraba sensualmente de reojo.

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⏰ Última actualización: Aug 21, 2022 ⏰

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